PEKÍN, China (Agencias). China recordó ayer con múltiples homenajes el 120 aniversario del nacimiento de Mao Zedong, fundador de la República Popular, una celebración que se ha visto empañada por la visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al controvertido santuario tokiota de Yasukuni, que ha causado críticas en Pekín.El principal homenaje al “Gran Timonel” se llevó a cabo en la mañana de ayer en el mausoleo donde descansa su cuerpo embalsamado, en el centro de la plaza pequinesa de Tiananmen, donde el actual presidente chino, Xi Jinping, el primer ministro Li Keqiang y otros líderes del régimen comunista le mostraron sus respetos.En un acto breve pero solemne, Xi y el resto de la cúpula comunista efectuaron tres reverencias, tradicional muestra de respeto a antepasados y mentores en la cultura china, de pie frente al cuerpo de Mao, que es visitado cada día por miles de turistas en el corazón geográfico y político de Pekín.Este homenaje se ha visto enturbiado por otro celebrado casi a la misma hora en Tokio, en este caso por el primer ministro, japonés Shinzo Abe, en honor a los caídos en guerra en los siglos XIX y XX, en el santuario sintoísta de Yasukuni, polémico porque también honra a catorce criminales de guerra nipones de la Segunda Guerra Mundial.El portavoz de Asuntos Exteriores chino Qin Gang ha condenado el gesto. “La visita daña la base de la relación bilateral y construye una nueva barrera para la mejora de los lazos mutuos”, aseguró.Qin notó la coincidencia del gesto de Abe con el día en el que China celebra el 120 aniversario del nacimiento de Mao Zedong, y por ello recordó que el Gran Timonel luchó contra la invasión japonesa.“El presidente Mao dijo entonces que China es un gran país que tenía la Justicia en sus manos y el apoyo popular, por lo que la victoria final (contra Japón) sería nuestra”, rememoró el portavoz (más información en el recuadro).Las tensiones entre China y Japón, ya deterioradas en meses pasados por el conflicto en torno al archipiélago Diaoyu/Senkaku, han restado protagonismo ayer al aniversario de Mao, al que en todo caso el presidente Xi le había intentado dar un perfil bajo, pidiendo celebraciones “sencillas, solemnes y pragmáticas”.El 120 cumpleaños de Mao se celebra principalmente con exposiciones, simposios y actos conmemorativos en toda la geografía nacional, especialmente en Shaoshan, el lugar de nacimiento del líder en la provincia central de Hunan, donde se han gastado más de 300 millones de dólares en los festejos.Por contra, en Pekín uno de los principales homenajes a Mao, la gala que se iba a celebrar hoy en el Gran Palacio del Pueblo (sede del Legislativo), fue cambiada a última hora por una fiesta oficial de fin de año, una muestra de la relación contradictoria entre los actuales líderes comunistas y el fundador del régimen.Por una parte el liderazgo chino le respeta por haber encabezado la revolución que logró la fundación de la República Popular en 1949, pero por otra admite que cometió grandes errores. Entre ellos destacan las hambrunas que causó la desastrosa política económica del “Gran Salto Adelante” (1958-61), en las que murieron millones de personas, o el caos social y político de la Revolución Cultural (1966-76), dos hechos que para el régimen son aún tabúes y en los que no se permite profundizar demasiado.Algunos de los actuales líderes chinos o sus familias, incluida la del presidente Xi, sufrieron las purgas y los procesos de reeducación en el campo de la Revolución Cultural, lo que no ha sido óbice para que el mandatario chino, ascendido este año, haya recuperado en ocasiones pensamientos y estéticas del Gran Timonel.La línea oficial siempre repetida es que Mao “cometió un 70% de aciertos y un 30% de errores”, y los medios oficiales se concentran hoy, en todo caso, en la importancia histórica de Mao para que China acabara con siglo y medio de feudalismo y colonialismo por parte de Occidente y de Japón.“Bajo el liderazgo de Mao, el pueblo chino cambió su destino a través de la revolución”, señaló en su editorial de hoy el diario “Global Times”, ligado al Partido Comunista de China, también fundado por el Gran Timonel en 1921.“Han pasado 37 años desde su muerte pero todavía se le recuerda profundamente (…), pocos pueden rivalizar su influencia en la historia mundial contemporánea”, subrayó el periódico. Un gesto “inaceptable”El primer ministro japonés, Shinzo Abe, visitó ayer el santuario de Yasukuni, provocando críticas de Estados Unidos y la cólera de China y Corea del Sur, para quienes el santuario es símbolo de las atrocidades del ejército nipón.Es la primera vez que un jefe de Gobierno japonés en ejercicio visita el santuario, después de que lo hiciera Junichiro Koizumi el 15 de agosto de 2006, aniversario de la capitulación japonesa al final de la Segunda Guerra Mundial.El templo rinde homenaje a los 2,5 millones de japoneses caídos en diferentes conflictos, pero tiene mala reputación en el extranjero desde que se inscribieran en 1978 los nombres de 14 criminales de guerra juzgados en 1945 por los aliados. Entre ellos figura el general Hideki Tojo, primer ministro de Japón durante el ataque a Pearl Harbor, que provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra.La embajada de Estados Unidos en Tokio lamentó por su parte de visita de Shinzo Abe al santuario Yasukuni. “Japón es un aliado valioso y un amigo. Sin embargo Estados Unidos está decepcionado de que los dirigentes japoneses hayan tomado esa iniciativa que va a exacerbar las tensiones con los vecinos de Japón”.Este santuario es detestado por China, pero también por Corea del Sur, cuyas relaciones con Japón están marcadas por las atrocidades cometidas por las tropas niponas durante la colonización de la península coreana (1910-1945) y la ocupación parcial de China (1931-45).Pese a que Abe, al salir del santuario, dijo que quería mostrar su “determinación de que nadie vuelva a sufrir por la guerra”, las reacciones fueron inmediatas.





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