POSADAS. En la cadena delictiva el reducidor es, quizás, uno de los menos expuestos. Casi siempre los sospechosos suelen argumentar que obtuvieron los elementos robados de buena fe, y de esta manera la Justicia no tiene evidencias para ponerlos tras las rejas. En Posadas, aquellos individuos que se dedican a comercializar objetos malhabidos pocas veces son apresados. Los hay en todos los rubros, y el de las prendas de vestir que son sustraídas en locales comerciales, es uno de ellos. A principios de esta semana fue perpetrado un robo en una boutique ubicada sobre la avenida Santa Catalina, entre Bustamante y Andresito de la capital provincial. Los malandras, luego de forzar la puerta principal y destrozar la alarma, se alzaron con diversos elementos de valor, entre ellos prendas de vestir. El damnificado, un joven de 28 años, estimó las pérdidas por el ilícito en al menos 40 mil pesos. Para la policía se trató de un robo más. No obstante, surge el interrogante: a dónde va a parar lo sustraído. En base a distintas averiguaciones, este Diario pudo establecer que existe una mafia de reducidores de prendas de vestir. En el submundo delictivo los llaman “ladrones a la moda”. Siguiendo la pista“El mundo es un pañuelo”, dice el refrán. Entonces se debe pensar que Posadas es mucho más chico aún. Por ello no resultó sorpresivo para una comerciante de Villa Cabello, que prefirió no dar su identidad, reconocer ropas que le habían robado recientemente de su local en una conocida feria. “Reconocí esas prendas porque yo misma las había adquirido en Buenos Aires y en otros lugares y es muy difícil encontrar similares diseños o marcas. Era obvio que eran las que me robaron. Entonces decidí seguirle la pista. Resulta que la persona que las exponía en una feria, también las había comprado a un supuesto comerciante, al cual fui a ver a su negocio y claro, me dijo que se la ofrecieron ‘vendedores ambulantes’. Cuando les pregunté a cuanto las había comprado no lo podía creer, casi toda la ropa se la ofrecieron a diez y hasta en 20 pesos. Un precio imposible a la hora de hacer diferencia y tener ganancia, porque es muy por debajo de lo que realmente cuesta en el mercado. Esto quiere decir que hay un mercado negro, que alguien vende lo robado y a precios irrisorios”. Avisos clasificados en InternetNumerosos comerciantes dieron cuenta que a través de Internet descubrieron ofertas de distintas prendas de vestir, para todas las temporadas, de varios tipos y talles en precios muy por debajo de su costo real. “Las redes sociales son otro medio utilizado por los reducidores para poder vender lo sustraído. Es muy difícil de probar que se trata de elementos robados y además son cuidadosos en todo sentido, ya que suelen aclarar que son lotes supuestamente usados, algo que aunque no sea cierto también les otorga mucha demanda. Cuando alguien tiene alguna sospecha te dicen que ellos no tienen nada que ver, que lo adquirieron de una tercera persona”, contó otro damnificado en un robo de prendas de vestir y que también optó por no dar su identidad. De esta manera queda más que claro que aquellos que compran la ropa hurtada o robada, tienen pleno conocimiento de su procedencia. El reducidor recibe las prendas de vestir de manos de los ladrones que aceptan una mínima parte del costo real. Todo apunta a evadir el accionar de las fuerzas de seguridad. Y lamentablemente aquellos que realmente adquieren ropa robada sin saberlo, de buena fe, tal vez lo hacen porque es parte de la idiosincracia de la zona el comprar elementos de contrabando. Lo que alimenta el círculo vicioso pues resulta ser más económico, además evitan el pago de impuestos. De acuerdo a los casos publicados en los últimos meses por este Diario, se sabe que cada robo en una tienda dedicada al rubro de la vestimenta es en grandes cantidades. Luego y teniendo en cuenta los casos donde los comerciantes descubrieron sus prendas de vestir en exhibición y las sospechas que varios damnificados tienen con respecto a la presencia de reducidores, no queda lugar a duda de que existe una mafia dedicada a revender lo sustraído. Más allá de la prevención y de las investigaciones que lleva a cabo la policía, las autoridades que correspondan deben poner en marcha mayores campañas para atacar la venta de mercaderías robadas. De esta manera se puede desalentar a los reducidores, quienes en forma inescrupulosa siguen saliéndose con la suya, como así también al último eslabón de la citada cadena, aquel que les compra a estos sujetos. El caso de los “Versace”El domingo 25 de agosto pasado, y tal como publicó PRIMERA EDICIÓN, “amigos de lo ajeno” se alzaron con dos trajes de una marca exclusiva y valuados en 10. 000 pesos cada uno. “Estamos seguras que fue algo puntual, bien planeado, planificado hasta el último detalle. No fue algo casual, porque un ladrón común no roba esas prendas, son raras y exclusivas”, había dicho en su momento la propietaria del lugar. En aquella ocasión el perjuicio a los comerciantes fue superior a los 50.000 pesos y fue la segunda vez que les robaron. Los delincuentes tardaron prácticamente una hora en llegar, forzar la puerta y vaciar el local de “Las Obreras Vintage Couture”, emplazado sobre avenida Santa Catalina 2725, a poco más de cien metros de López y Planes. Muchos creen que los trajes robados fueron a manos de la mafia de los reducidores de prendas de vestir.





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