POSADAS (Por Esteban Abad). Hace unos años el investigador Ertivio Acosta, nacido en San Luis del Palmar, Corrientes, pero aclimatado al Chaco, en especial a Resistencia donde falleció el 7 de julio de 2000, hablaba en el marco del Simposio del Festival Nacional de la Música del Litoral del ritual de “los Ángeles Loro y los Ángeles Tomo” que en Chaco y Corrientes tiene vigencia real en las primeras horas del 1 de noviembre, como aporte profano a la celebración católica del Día de los Santos Ángeles o de Todos los Santos. Por ello, varios de quienes presenciaron y escucharon a uno de los más destacados investigadores del folklore del litoral, creyeron que estaban ante una tradición chaqueña. Puede verse en ItuzaingóSin embargo quienes viviendo en Misiones quieran conocer esas ceremonias no tienen más que viajar a Ituzaingó al atardecer del 31 de octubre y oirán y verán algo que no es fácil de olvidar. Puede darse a la celebración de Ángeles Loro y Ángeles Tomo varias interpretaciones. Pero sin duda la más susceptible de aparecer es la que tiene que ver con el amor. Amor de madre -sobre todo-, hacia el hijo perdido, “el angelito” fallecido cuando apenas caminaba o con pocos años de edad. Para algunos esta celebración puede ser un eficaz “antídoto” contra la cada vez más aceptada teatralización de Halloween que se realiza el mismo día. Pero hay diferencias. Dice Ertivio Acosta al respecto “la creencia popular sostiene que ese día los niños muertos toman posesión de los niños vivos para visitar a las madres y llevarles consuelo”. Marily Morales Segovia (La “Pombera”), en su libro “Devocionario Correntino y Santoral Chamamecero”, rescata esta descripción: “Grupos de niños recorren las casas llevando en sus cuerpos el alma de los niños desaparecidos. En la mano izquierda llevan una pequeña cruz hecha con palitos cruzados o con tacuaritas, adornadas con flores silvestres”. Al recibir al grupo “la dueña de casa besa la cruz y dice “por siempre mi hijito” y al retirarse los chicos “la madre que los recibiera carga regalos en la bolsita que cada niño lleva”. Esos obsequios siempre son caramelos, frutas, chipá de almidón, galletitas, entre otros.Trasunta la ceremonia un halo de inocencia y de amor por sobre las creencias religiosas y la realidad irreversible. Ambos autores coinciden en que “los niños se adornan con alitas blancas de papel y al llegar a las casas rezan un Padre nuestro” y en que, “los niños ese día gozan de gran privilegio: no se los puede castigar por sus diabluras, en razón de estar poseídos por el espíritu de algún niño fallecido”. Los adultos se preparanLos adultos, en tanto, se han preparado y al caer la noche del 1 de noviembre protagonizan la celebración y encarnan a los hijos fallecidos. Es un grupo que encabeza “el dueño del Santo o jefe de la serenata”; músicos y cantores; el maletero que recibe y guarda los obsequios y los acompañantes que hacen sonar campanillas y alumbran con candiles y linternas (“generalmente los acompañantes son los pretendientes de las muchachas casaderas de las familias visitadas” (Ertivio Acosta). Llegan los Ángeles Loro“Cuando los ‘Ángeles Loro’ llegan a las casas, estas están cerradas”, dice Marily Morales Segovia, “mientras en su interior bullen los preparativos del recibimiento”. Al llegar “el dueño del santo pide permiso diciendo buenas noches en nombre del ángel. Les traemos la serenata del Ángel Tomo” y adelanta el Santo que es “una gran cruz de madera o tacuaras adornada con flores y cintas y que en algunos casos lleva dos alas de papel….”.Cuando la dueña de casa da el permiso, “los Ángeles Loro comienzan su canto de triste melodía, con la siguiente estrofa…“ángeles somos del cielo, limosna pido de flores, para dar las colaciones a estos pobres pecadores”.Al finalizar el canto, piden permiso “para los finaditos”, “entonces se abren puertas y ventanas; el dueño de casa los recibe bendiciéndolos y las ancianas obsequian al maletero gran cantidad de comida”.Volvamos a Ituzaingó, CorrientesEsta noche se puede presenciar el paso de los niños ángeles por una vereda de la calle San Martín de Ituzaingó, Corrientes con sus inocentes alitas y crucecitas de palo. Por la vereda de enfrente, los “jalogüineros” mostrarán brujas, fantasmas y asesinados con cuchillos clavados en el cráneo y se alumbrarán con zapallos ahuecados (“¡Dulces o bromas!…”). Coplas de agradecimiento• Al recibir al grupo “la dueña de casa besa la cruz y dice “por siempre mi hijito” y al retirarse los chicos “la madre que los recibiera carga regalos en la bolsita que cada niño lleva”. Esos obsequios siempre son caramelos, frutas, chipá de almidón, galletitas, entre otros.• Para agradecer los regalos que les ofrendan en las casas visitadas, los “angelitos” cantan o recitan versos tomados de compuestos conocidos o de su propia creatividad; por ejemplo, “Esta casa es de rosa,donde viven las hermosas”“Esta casa es de tuna donde vive la fortuna”“Esta casa es de flor, donde vive el picaflor”. “Esta casa es de manzanilla , donde vive la buena familia”.• Pero en el caso de no recibir nada o que no les abran la puerta, recitan los versos que llaman de “mala despedida”, entre otros, los que siguen, “Esta casa es de espina, donde vive la mezquina”. “Esta casa es de caños, donde viven los tacaños”.





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