Posadas. Silvia Sereni de Zurdel (81) partió para siempre de esta tierra y la familia de ciclistas de Misiones y peregrinos que tradicionalmente, en diciembre, pedalean a Itatí (Corrientes) también acompañaron a los familiares, ya que ella fue una de las iniciadoras de la procesión en bicicleta. Doña Silvia siempre estuvo ligada al mundo de los ciclistas y no hay quien no la conozca, ya que siempre trabajó de manera incansable por la construcción del circuito en el Parque de la Ciudad. “La cantina fue construida mediante su empuje y siempre se dedicó a preparar las empanadas para las carreras de los domingos”, recordó ayer con mucho amor y tristeza María Eugenia Silva, presidenta de la Asociación Misionera de Ciclismo. Con Teófilo Zurdel, ciclista, cumplieron más de sesenta años de matrimonio y habían confesado a Primera Edición que la clave era: “El amor y la tolerancia”. Ayer, María Eugenia señaló que todos los ciclistas la recordarán con mucho cariño, ya que ella siempre estaba dispuesta a colaborar y a trabajar por los ciclistas. “A veces conseguía quien done una torta y vendía una rifita para reunir fondos y nunca era para ella, era para todos los ciclistas”, recordó.Doña Silvia fue una de las iniciadoras de la peregrinación en bicicleta a Itatí, fue en 1981 cuando pedalearon por primera vez por la salud de uno de sus nietos, movidos por la fe confiaron la recuperación a la Virgen. Ese año, tanto Silvia como Teófilo, amantes de las dos ruedas, decidieron organizar la peregrinación que cada año suma a más ciclistas promeseros. Vendiendo empanadas, Silvia había comprado la imagen de Nuestra Señora de Itatí en La Placita, la que hasta la fecha acompaña la peregrinación a Corrientes y durante el año visita distintas localidades de Misiones.Al inicio, quienes se sumaron a la pedaleada a Itatí no eran más de cien personas, pero los Zurdel se ocuparon de todo y doña Silvia de la comida de los peregrinos. Hasta hace pocos años el matrimonio cumplía el recorrido en bicicleta y el año pasado ella estuvo en la llegada a la basílica, a pesar de la jornada extremadamente calurosa que marcó la 32º peregrinación. El matrimonio nunca imaginó cuánto iba a crecer la costumbre de pedalear a Itatí por una promesa. El nieto se recuperó y desde entonces en la bicicletería de don Zurdel descansa el carrito que transporta a la virgen peregrina hasta Itatí, Corrientes, el que es reacondicionado y preparado para soportar las inclemencias climáticas y la distancia. María Eugenia agregó que “será muy doloroso no verla más, ella siempre estaba, en los últimos años, a pesar de su enfermedad y de sus años, se acercaba a colaborar lo más que podía”. Marcelo Prochaska, un ciclista y promesero que todos los años pedalea a Itatí, también la recordó con mucho cariño y señaló que la conoció hace muchos años, ya que desde chico también se sumó a las peregrinaciones. Sin duda, agregó, continuarán como siempre con la tradicional bicicleteada a Itatí, que cada edición suma a más ciclistas. “Estuvimos todos con don Zurdel, a quien también lo conocemos hace muchos años, queríamos acompañar a la familia en este difícil momento”, agregó. El matrimonio Zurdel tuvo cuatro hijos, todos pudieron estar en el velatorio de su madre. Los presentes manifestaron que jamás se olvidará a una de las iniciadoras de la mayor tradición de la región, peregrinar en bicicleta a Itatí para llegar a la basílica cada 8 de diciembre y honrar a la virgen.Ayer por la tarde la familia y la comunidad de ciclistas acompañó a doña Silvia hasta el cementerio Tierra de Paz y aseguró que siempre será recordada entre los amantes de las dos ruedas. La italiana que eligió quedarseSilvia Sereni a los quince años había llegado a Misiones desde Italia. Sus padres trabajaban en Brasil y ella residía con un tío. A los 19 años se casó con don Teófilo Zurdel, previa autorización de sus padres, porque en ese entonces ambos eran menores. Se habían conocido en una carrera ciclística, “La Vuelta de Misiones”, entonces su tío era el organizador y don Teófilo un participante. Doña Silvia, en una charla con Primera Edición, había contado que dos veces pudo volver a su Italia natal, pero que nunca quiso quedarse, porque había elegido vivir siempre en la tierra colorada, aunque cumplió su sueño de haber regresado a visitar a familiares junto a su esposo.





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