POSADAS. El flamante “by-pass” habilitado meses atrás en Posadas empezó a cobrarse sus primeras víctimas. No se trata de siniestros viales, sino de una vieja modalidad delictiva que días atrás comenzó a aplicarse en el nuevo trazado que sigue ahora la ruta nacional 12.Se trata de un grupo de delincuentes que “instala” una suerte de “barricada” de piedras en la calzada con el fin de obligar a los automovilistas a detenerse y así poder robarles.Fue Tobías Eidelman (55) quien en diálogo con PRIMERA EDICIÓN relató los momentos de nerviosismo y miedo que vivió el último domingo, cuando el automóvil en el que viajaba junto a su esposa e hijos rumbo a Iguazú sufrió graves daños materiales al impactar contra uno de los “piquetes delictivos”.“Fue el último domingo cerca de las 2 que tomamos el by-pass y a la altura del kilómetro 1.334 de la ruta nacional 12 vimos gente que nos hacía señas, pero no paramos por cuestiones obvias”, contó Eidelman, argentino pero con residencia en Francia, de donde es originaria su esposa y sus dos hijos. Justamente, llegó semanas atrás al país para mostrarle a su familia los encantos de la “tierra colorada”.“Unos 500 metros después alcancé a ver que había algo en la ruta, pero ya no pude frenar. Reventé dos cubiertas y una llanta. Tuvimos suerte, porque si era un vehículo más pequeño nos podíamos haber matado”, relató Eidelman, quien conducía un Chevrolet Spin que había rentado a una agencia de alquiler de automóviles.El hombre se vio obligado a detenerse y fue entonces que se encontró con el grupo de personas que le había hecho señas unos 500 metros antes. Contrariamente a lo que creía, no eran ladrones, sino los ocupantes de un Peugeot 405 que habían sufrido lo mismo minutos antes.“Ellos se encargaron de llamar al peaje y desde ahí llamaron a Gendarmería Nacional. Tuvimos mucho miedo, porque a lo lejos veíamos que ya se acercaba gente con linternas”, explicó, suponiendo que se trataría de un grupo de delincuentes que quería aprovecharse de los turistas.Eidelman resaltó el trabajo de efectivos del Escuadrón 50 de la Gendarmería Nacional, que en pocos minutos llegaron a la escena. Cuando lo hicieron, quienes se acercaban al lugar con linternas desistieron de su actitud.“Lo de los gendarmes es para destacar. Ellos se quedaron ahí hasta las 4, cuando llegó el auxilio. Sacaron las piedras de la ruta, nos protegieron y hasta nos ayudaron a resolver cuestiones mecánicas del automóvil”, subrayó el turista, en relación con la labor del sargento ayudante Juan Carlos Lucero y del cabo Miguel Flores.“Fueron momentos de mucho miedo, estábamos muy asustados”, finalizó Eidelman, quien detalló que el “piquete” emplazado en la zona de Paraje San Isidro cubría todo el ancho de la calzada y era de una altura aproximada a los treinta centímetros, suficiente para provocar una tragedia con víctimas fatales.





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