POSADAS. A las 13.15 de ayer, con 83 años, murió el obispo emérito de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, como consecuencia de un paro cardíaco. Fue trasladado de urgencia el domingo desde Posadas al Hospital Austral, en la localidad bonaerense de Pilar, con un viaje intermedio a Puerto Iguazú, que agravó su delicado estado. Este fin de semana, un médico lo había visitado y había recomendado su traslado a causa de una obstrucción arterial límite en los pies. En la madrugada de ayer sufrió un paro cardíaco y debió ser reanimado por el equipo médico. Al mediodía, le realizaron un cateterismo de suma urgencia que su corazón no resistió. En los últimos tiempos sufrió graves complicaciones circulatorias en las arterias coronarias y en miembros inferiores. Al conocer su grave estado de salud, el padre Jorge Raúl Chichizola, superior de la comunidad jesuita y párroco de Nuestra Señora de Itatí, en Posadas, decidió su traslado. A pesar de la gravedad, no consiguieron pasaje para volar de Posadas a Buenos Aires y debieron trasladarse en automóvil a Puerto Iguazú, afrontando la tormenta que azotó la región, según informaron ayer sus allegados. El viaje agravó su estado de salud.Sus restos fueron trasladados anoche a Puerto Iguazú, donde son velados en la catedral Virgen del Carmen de esa ciudad. A las 18 de hoy está previsto el inicio de la misa exequial y posteriormente será sepultado allí mismo. Las casualidades no existenQuiso Dios y el destino que Piña se fuera a pocas horas de un nuevo aniversario de la independencia argentina. Piña había nacido en España y, aunque él no lo comprendería hasta muchos años después, su destino ya estaba marcado desde ese mismo día y lo colocaría siempre del lado de los más humildes e indefensos. Ese 25 de mayo de 1930, mientras su madre lo daba a luz en Sabadell, cerca de Barcelona, Argentina celebraba un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo.Las casualidades no existen. Desde chico fue moldeando su carácter y así, ya joven, decidió seguir el camino de la austeridad, al lado de los más humildes. En 1961 fue ordenado sacerdote jesuita y cinco años después le llegó su primer destino: Paraguay. Estuvo más de veinte años en el país vecino y allí conoció la vida de los olvidados. De los parias de la tierra. Se mezcló entre ellos y terminó de entender las injusticias del mercado, los “daños colaterales” que el sistema deja a su paso. Cuando llegó a Iguazú, en 1986 y con 55 años, ya había visto demasiado como para quedarse callado.Crítico de los sucesivos gobiernos provinciales y nacionales, en 2006 su figura saltó al centro de la opinión pública al encabezar el “Frente Unidos por la Dignidad” (FUD), que acabó con el intento de reelección del entonces gobernador Carlos Rovira. En el plebiscito para modificar la Constitución Provincial, el obispo se impuso sobre el oficialismo por 13 puntos, un margen impensado que significó también una derrota para Néstor Kirchner, en ese momento presidente, quien había brindado todo su apoyo al poder local. La derrota en las urnas obligó a desactivar intentos similares en Jujuy y Buenos Aires.Está claro. Las casualidades no existen. Porque la carta de Piña que PRIMERA EDICIÓN publicó el último domingo, no fue una más. El obispo presintió el final y dejó su último mensaje, conmovedor, a modo de resumen de toda una vida de lucha. Vale la pena leerla. A grandes rasgos, escribió sobre la “impunidad” en la política y la responsabilidad ciudadana de no quedarse con los brazos cruzados, de denunciar la corrupción y las mentiras del poder. “Es el primer paso para que algún día las cosas empiecen a cambiar. Tendré la tranquilidad de conciencia de que yo puse para ello mi granito de arena”, escribió.Repercusiones en todo el paísEl sindicalista camionero Adolfo Velásquez, diputado provincial y uno de los hombres que estuvo más cerca de Piña durante la elección de convencionales constituyentes, indicó que “su muerte no solo enluta a la grey católica, sino a todo un pueblo que vio en él a un guía espiritual de pensamientos amplios, que supo aglutinar esfuerzos para poner freno a un atropello”.El bloque de diputados de la Unión Cívica Radical de Misiones, por su parte, consideró al obispo “un luchador incansable por la igualdad social y los valores de la República”.La docente Laura Giménez fue una de las referentes de la Pastoral Social y del Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo), dos grupos que integró el obispo en Puerto Iguazú. “Nos enseñó el camino del Jesús de los pobres, enseñó a tener voz a quienes no podían hablar. Los que trabajamos con él no lo vamos a olvidar, él se fue pero el legado que dejó va a seguir vivo”, señaló en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Recordó que su principal enseñanza fue la de involucrarse en la realidad social, principalmente, de los más humildes. Es por ello que no dudo en 2005 en defender la tierra de los guaraníes cuando los querían desalojar de las 600 hectáreas, hoy llamadas Selva Yriapú, donde ocupan poco más de 200 hectáreas y con título de propiedad.Laura resaltó que siempre les hacía hincapié en que “no debemos ser tibios, él decía que tenemos que denunciar que con callarnos no logramos nada, el compromiso tenía que ser profundo”.Otra de las más fieles compañeras de Piña fue la hermana Adela Helguera o la “monja piquetera”, como solían llamarla con cariño. Ella denunció el cierre de once comedores en la gestión del ex intendente Claudio Filippa y fue quien lo acompañó a sol y sombra en Iguazú. El periodista Claudio Salvador fue otra de las personalidades más cercanas del obispo y fue su vocero durante la estadía en la Ciudad de las Cataratas. Consultado ayer, Salvador expresó que “es como despedir a mi padre por segunda vez, después de mi familia fue lo mejor que me pasó”.“Fue un maestro, pastor y, sobre todo, compañero, inclusive para quienes no somos practicantes de la religión se podía charlar de todo con él con mucha apertura mental y amor a su gente”, recordó.La última vez que estuvo con Piña m
iraron el partido del Barcelona y dialogaron largamente sobre el resultado de las elecciones legislativas. “Estaba contento por los resultados, me comentó que se notaba que la gente comenzaba a expresarse por el cambio”, aseguró Salvador. En tanto, en Buenos Aires, los diputados Fernando “Pino” Solanas y Elisa Carrió también expresaron su “profundo pesar por el fallecimiento” del obispo. “Esta es una gran pérdida, fue un hombre de una gran sensibilidad popular y compromiso político”, señalaron. Por su parte, la diputada Victoria Donda agregó: “Para mí es una pérdida muy sentida la del obispo Piña. Realmente fue de esas personas que nos han dejado un ejemplo de vida y muchas enseñanzas para los que tuvimos la posibilidad de conocerlo a él y su obra”. Sus mensajes reflejan su personalidad SUCESOR. Se me ocurre pensar en el “drama” en el que parece que se ha visto sumergido el oficialismo, ya que por lo visto no se avizora algún sucesor, o sucesora, que pueda estar a la altura para seguir presidiendo este “modelo” después de 2015. No lo supieron preparar, pensando que la Presidenta iba a ser eterna. SOBRE LA REPÚBLICA. Los argentinos y, por supuesto, los misioneros, queremos vivir como Dios quiere, con dignidad y libertad. Y por esto quisimos y seguimos queriendo defender el sistema democrático. Ya hace más de 200 años que dijimos que queríamos vivir en una república y no en una monarquía. SOBRE EL ENGAÑO. No son tontos y me imagino que no caen fácilmente en estos engaños. Por lo que me dice la gente, son conscientes tanto o más que yo de las cosas que no andan bien y habría que corregir. Lo malo -pienso- es cuando nos acostumbramos a lo malo. A las mentiras, las injusticias, la corrupción. Ya nos parece lo natural. El “acostumbramiento” y el bajar los brazos: no hay nada que hacerle. El mundo es así. La política es así… SOBRE LOS “OLVIDOS”. ¿Será alzheimer o será otra cosa? Lo que ha sucedido con el tema de la Justicia -en el Consejo de la Magistratura-; o aquí en la provincia con lo de las represas -el referéndum, o plebiscito que nos habían prometido para que se respete la voluntad popular-. Lo mismo que otras promesas que nos vendieron en tiempos de campaña electoral.





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