POSADAS. “Villa Cabello, obra de Promoción Social Cristiana, Una experiencia posible”, reza uno de los escritos que hoy se conserva intacto desde aquél 13 de mayo de 1973, cuando un grupo de trabajadores sociales que tenía como base al Movimiento Familiar Cristiano, resolvió dar el paso formal, adquirir la chacra 150 e iniciar el ambicioso proyecto de promoción de la persona humana.Una de las principales impulsoras de aquel movimiento, la licenciada en Trabajo Social, Antonia Husulak, recuerda cada instante de la creación de la fundación de Villa Cabello, desconocida por muchos y silenciada por otros, por diversas razones.Hay nombres de profesionales reconocidos del medio, algunos ya fallecidos, otros desaparecidos en plena dictadura, que formaron parte del emprendimiento de la Promoción Social Cristiana, que no buscaba hacer asistencialismo, sino mejorar las condiciones de vida en general, constituir familias organizadas, dar un futuro digno a esos niños de la zona y a los jóvenes, propiciar fuentes de trabajo, ayudarlos en la obtención de viviendas y formación en la doctrina cristiana.“De acuerdo al relevamiento que se hizo, a cargo de las trabajadoras sociales Norma Kruler y Alicia Delpiano, eran unas 65 familias las que estaban instaladas en la zona cercana al arroyo Mártires, principalmente pescadores, changarines, oleros…”, rememora Husulak, quien junto a “Rodolfo Mekekiuk, Jorge Flor y Ofelia, Brígido Caballero y esposa, Oscar Pozzi y Silvina, Melgarejo y Tomasa”, eran las cabezas visibles de ese emprendimiento, que tenía al padre José Cherepak como asesor en la parte religiosa y después al padre Markievicz.“Como dos años llevamos para hacer el relevamiento y conectarnos con la gente, comenzamos a hacer huertas y granjas, trabajando en lo social, sin violencia”, resaltó Husulak. Después empezaron a dictar clases bajo un árbol de la casa de la familia Durán, donde se realizaban muchas actividades y en algunas ocasiones terminaban las tareas con la luz de las velas, porque la energía eléctrica no llegaba a la zona.Husulak destaca que “fueron cinco años de trabajo intenso, pero después alguien nos denunció que éramos comunistas y comenzó una presión terrible, era pleno proceso militar. Pese a que logramos el apoyo del entonces obispo Jorge Kemerer, finalmente debieron “entregar la institución al obispado” y finalmente se hizo cargo la familia Kolping. Hoy Husulak, resume lo acontecido como una “verdadera pena todo lo que sucedió y como se desvirtuó lo que había proyectado”.





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