Posadas. “Remeras por $ 5 cada una, pantalones $15, zapatos $10”, los carteles son numerosos y están escritos con números bien grandes sobre determinadas pilas de ropas distribuidas de manera ordenada sobre mantas, o grandes plásticos tendidos sobre el césped de la plazoleta ubicada al lado del tinglado donde funciona todos los sábados la feria franca de Villa Cabello. “Cada sábado viene más gente a vender, ya casi no hay lugar y hasta hay discusiones por los espacios”, señalaron dos señoras que están hace más de ocho años con la venta de ropa usada. Ayer el día soleado acompañó, aunque las ventas no se movieron mucho porque “la gente todavía no cobró, está tranqui”. Percheros, sogas y mesas completan el paisaje con todo lo usado que se pueda ofrecer, camperas, mantas, mochilas, libros y hasta discos. Los vendedores contaron a Primera Edición que en la venta de ropa usada encontraron una buena alternativa laboral y se trata de un trabajo. Algunos sólo concurren a la feria de Villa Cabello, otros incluso también se acercan a vender los domingo a la feria de Santa Rita, pero allí indicaron que también se complica por la falta de espacio. “Yo le compro a una señora que viene a vender acá, entonces me hace precio para revender la ropa”, comentó Amalia Chávez. “Nosotros además de vender también compramos ropa para nuestra familia”, agregó Olga Duarte. “Yo estoy desde la época del trueque, ahora también, cuando no hay venta intercambiamos por cosas que necesitamos”, agregó María Piris. Son contados los casos de personas que en algunas ocasionas compran al por mayor la ropa usada, otros adquieren de particulares prendas que ya no usan y en la mayoría de los casos ofrecen por pocos pesos las cosas que sus mismos familiares o conocidos les regalan y se encuentra en buen estado. Lo que más se vende son las ropas para chicos y pantalones para hombres, muchos compran a diez o quince pesos para poder usar para el trabajo. “A estas alturas y con los precios de los jeans quién se va a comprar nuevo para ir a trabajar en una obra”, consideró otra joven que todos los sábados llega con su manta de ropa. Mónica Saucedo, otra de las vendedoras que hace cinco años está en el rubro, agregó que “hay ciertas fechas que se vende mucho, sobre todo a partir del 10 hasta el 15 o 20 de cada mes. Ahora además hay demasiados vendedores, mucha gente, incluso está pasando que hay poco compañerismo y se pelean por los lugares”. “Nosotros conseguimos quienes nos proveen, pero acá se vende mucho más ropa usada, muy poco sale si hay algo nuevo”, agregó Mónica, quien dijo que a veces cuesta que un jeans de hombre se venda a 25 pesos, tiene que estar en muy buen estado. Las últimas semanas comenzaron a surgir problemas por los lugares, además los vendedores más antiguos recordaron que antes había un control y orden, incluso la Municipalidad otorgaba un carnet, pero hace tiempo dejó de intervenir y quien llega primero se ubica donde puede con sus mantas o mesas. “Algunos te respetan y te guardan el espacio, pero los más nuevos no”, comentaron. “A mí por ejemplo me regalan mis familiares, aparte si vemos algo que nos sirve nos compramos de otros”, contó María. A su lado, Olga agregó, “cada sábado viene más gente, ya están llegando a California”. A la cantidad de manteros se suman revendedoras de productos cosméticos, que también están en las distintas ferias. “Nosotros estamos organizados y lo tomamos como un trabajo, ofrecemos ofertas y la gente compra”, destacó Pamela Escurra. A mediados de mes es la mejor venta y sobre todo si el sol acompaña. “Acá hay oportunidad para todos, el que quiere puede vender algo y cuando no hay ventas hacemos trueque”, agregó Miguel Sosa.





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