POSADAS. Un giro tal vez inesperado en un principio fue el que dio ayer la investigación por el crimen del carpintero Juan Carlos Marín (54). El principal testigo del hecho, que pese a que recibió dos impactos de bala en la cabeza pudo reconocer al homicida segundos después del hecho, este sábado no pudo señalar al sospechoso en rueda de reconocimiento.Milagrosamente recuperado, el joven de 18 años se mostró dubitativo en ese procedimiento que acabó sin resultado positivo. Sin embargo, eso no fue todo: horas antes, en su declaración, se contradijo en reiteradas oportunidades.Ante esta situación, el magistrado Marcelo Cardozo se quedó sin el principal elemento de prueba contra el sospechoso, por lo que cerca del mediodía de ayer el titular del Juzgado de Instrucción 1 de Posadas debió ordenar su liberación de manera inmediata.De todas maneras, el juez y su equipo continuaban trabajando anoche con el resto de la evidencia obtenida en la investigación y, al cierre de esta edición, no se descartaban nuevas medidas.ConfusoEl joven de 18 años, empleado de Marín, era desde el principio pieza clave para los detectives. Es que el miércoles 10 de abril, cuando el asesino salía de dispararle al carpintero a eso de las 21.45, se cruzó con él en las escaleras, lo tomó del cabello y gatilló dos veces. Eso, al menos, es lo que le había contado en un principio a la Policía. Debido al calibre del arma utilizada y a la poca distancia de tiro, las balas increíblemente no le provocaron lesiones de gravedad. Malherido y cuando llegaron los uniformados, no tardó en describir al autor del hecho, un hombre que había visto por la mañana en la zona y que preguntaba por Marín.En su momento, el empleado describió con lujo de detalles al supuesto homicida, tanto que las autoridades procedieron a la detención de un herrero de unos 30 años como presunto autor material.El joven empleado permaneció todo este tiempo en el hospital Madariaga, donde los médicos lograron extraerle uno de los proyectiles. El ataque no le dejó mayores secuelas y ayer por la mañana llegó caminando al recinto de Cardozo.Todo indicaba que el muchacho ubicaría fácilmente al autor de los disparos en la rueda de reconocimiento, pero no fue así. Tanto que se contradijo una y otra vez cuando le tocó contar qué había pasado aquella noche fatídica.Entre las contradicciones, según le contó una fuente a PRIMERA EDICIÓN, primero dijo que conocía al pistolero, luego que no; que subía las escaleras cuando le disparó, después que las bajaba; que había salido a la casa de un familiar o que escuchó el disparo que terminó con la vida de Marín, pero luego se retractó.. En fin, una serie de desatinos que hicieron dudar a Cardozo y su equipo.Así las cosas, sin mayor evidencia contra el apresado, el juez no tuvo más que ordenar ayer la liberación del mismo, de profesión herrero, que abandonó el Juzgado cerca de las 12.30. Unos días antes también había sido puesto en libertad otro sujeto que en principio había sido señalado como “vínculo” entre víctima y victimario, pero contra el que finalmente no se encontró nada.Ante estas novedades, los investigadores continúan trabajando, ahora en una pista que los desconcierta: saber cómo desapareció y dónde está el revólver calibre 32 milímetros que Marín solía guardar bajo la cama o en su automóvil.Justamente, ese calibre coincide con el de los proyectiles extraídos del cuerpo del infortunado trabajador de la madera y de su colaborador, cuyo proceder ayer ante la Justicia dejó más dudas que certezas.





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