BUENOS AIRES (NA). El obispo Mario Aurelio Poli asumió ayer como arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires con la bendición de su antecesor, el excardenal Jorge Bergoglio y actual Papa Francisco.En una ceremonia que se desarrolla frente a la Catedral porteña y ante una multitud, Poli recibió el báculo pastoral y la cruz de doble brazo, antes de que se procediera a la lectura de una carta enviada por el Papa desde el Vaticano, en la que le transmitió su “cercanía” y acompañamiento “espiritual”.Con la presidenta Cristina Kirchner fuera del país, participaron de la ceremonia el vicepresidente Amado Boudou, además del jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri.El flamante primado hizo un llamado para que pastores y pueblo fiel hagan “juntos el camino de la evangelización” y, tras destacar el “renovado gozo” de muchos argentinos de pertenecer a la Iglesia a raíz de la elección de Bergoglio papa, invitó a “ofrecer la riqueza del Evangelio a los que viven, trabajan y pastor nuestra Ciudad, de tal manera que conozcan a Dios Padre y sus dones de justicia, amor y paz”.“Que no me falte en este servicio el amor a los pobres, sufrientes y excluidos, que inspiró a nuestro patrono, el obispo San Martín de Tours, quien supo remover de su corazón toda indiferencia”, sostuvo en una misa concelebrada por decena de obispos que llegaron desde Pilar en micros tras el plenario episcopal y cientos de sacerdotes.Las parroquias porteñas, que suspendieron sus actividades, recibieron al nuevo pastor porteño con el repicar de las campanas y cuatro horas después se realizó la ceremonia en la que Poli tomó posesión de la cátedra episcopal e inicio de su gobierno pastoral como duodécimo arzobispo de Buenos Aires.La ceremonia comentó en el interior de la catedral, donde el prelado fue recibido por los obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas. Al ingreso, el vicario general, monseñor Joaquín Sucunza, le presentó el crucifijo, al que Poli besó.Seguidamente, se le entregó la llave de la catedral, de la cual es su primer titular, y tras visitar al Santísimo Sacramento, comenzó la procesión hasta el frente de la catedral, donde se hizo la celebración eucarística.El momento culminante fue cuando Poli se sentó -en medio del repique de campanas- en la “cátedra arzobispal”, el sillón donde preside las celebraciones el arzobispo, que por única vez se trasladó desde el interior del templo mayor hasta el altar levantado frente a la Plaza de mayo.





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