PUERTO ESPERANZA. Las próximas horas podrían ser decisivas en la causa que investiga el horrendo crimen mafioso del remisero Miguel Ángel Rojas, cuyo cuerpo apareció atado a un árbol el 29 de diciembre pasado, después de ser empalado y castrado por los asesinos.Si los investigadores no suman elementos o indicios probatorios de mayor solidez, los dos detenidos que tiene la Justicia podrían ser liberados en el transcurso de esta semana o inicios de la próxima.Una fuente de la pesquisa confió a este diario que “hasta el momento sólo hay comentarios en contra de los sospechosos. Todo está muy pobre. Esperamos que los resultados de algunas pericias puedan modificar la situación, de lo contrario no quedará otra que largar a los dos”, indicó.En el terreno de la investigación se adelantó que uno de los detenidos estaba sospechado de haber sido el entregador y el otro, posible autor material.Pero estas líneas de investigación parecieran perder sustento con el devenir de las horas en un expediente que necesita respaldar las sospechas con pruebas para que el andamiaje acusatorio no se venga abajo.Miguel Ángel Rojas tenía 23 años cuando lo vieron con vida por última vez, el 24 de diciembre pasado. Su cuerpo apareció cinco días después, atado a un árbol de pino en una zona inhóspita de Mado.La autopsia fue terriblemente reveladora: había sido empalado y castrado. Pero la crueldad de los asesinos fue más allá: lo amarraron al pino con un cinto para que muriera desangrado, como finalmente sucedió. Con sello mafiosoPara los investigadores no hay dudas de que se trató de un crimen mafioso. La crueldad y el resultado de la autopsia respaldan, sin dudas, esa línea de investigación.Una reconstrucción parcial y relativa indica que a Rojas le habrían tendido una trampa, recurriendo a sus servicios de remisero para viajar a Mado, donde lo aguardaban los asesinos y una muerte horrenda.Al parecer, la Policía y la Secretaría de Apoyo a Investigaciones Complejas (Saic) lograron reunir algunos indicios para detener a dos sospechosos. Sobre uno de ellos pesa la acusación de supuesto entregador.Habrá que ver hasta dónde pueden avanzar los detectives, en un contexto de mucho miedo y hermetismo en la zona de Puerto Esperanza y Mado, donde nadie quiere hablar por miedo a represalias de la mafia. Como el código de la omertá de la Cossa Nostra, que ordena matar a quien se atreva a romper el pacto del silencio.





Discussion about this post