PUERTO ESPERANZA. El brutal crimen del remisero Miguel Ángel Rojas (23) y tal como se publicó en este diario, fue perpetrado en un contexto de submundo narco que rodearía al único sospechoso prófugo, pese a que ninguna evidencia apunta directamente a la víctima o la vincula con las drogas, según las conjeturas de los investigadores policiales. No obstante, con el correr de las horas y ya judicializada gran parte de la causa, fueron surgiendo otras líneas dentro del terreno de las hipótesis, que de acuerdo a las fuentes consultadas configuran el homicidio dentro de una posible “venganza no convencional”. Es decir que al trabajador del volante lo habrían asesinado para enviarle un mensaje mafioso a alguien de su entorno o algún conocido, por venganza, por “ajuste de cuentas”, siempre según las fuentes. Pedido de captura internacionalPor estas horas, era intensa la búsqueda del tercer presunto implicado en el crimen, un individuo de nacionalidad argentina con domicilio en Colonia Mado. En ese sentido, y tal como adelantó este medio, se sabe que el sujeto estaría oculto en una zona del vecino país conocida como Colonia Lomas Valentinas (frente al municipio argentino de Mado). Allí el sospechoso tendría familiares y amistades. Por ello, la Justicia de Misiones libró un pedido de captura internacional y la Policía Nacional del Paraguay e Interpol ya cuentan con los datos del fugitivo. Cabe recordar y tal como ya se adelantó, que existen dos detenidos en el marco de la investigación. Se trata de dos individuos que registrarían antecedentes por distintos delitos (aparecerían nombrados en al menos cinco investigaciones por homicidios en distintos puntos de la provincia), conocidos con los alias de “Pety” y “Arriola”, ambos con domicilio en Colonia Mado. No se descarta que tanto los dos presuntos involucrados, como el prófugo conformaban una banda y que aparentemente conocían a la víctima (ver recuadro). Hasta el momento, “Pety”, de nacionalidad paraguaya, se abstuvo de prestar declaración en sede judicial. Los detenidos fueron imputados del delito de “homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el ensañamiento y la alevosía”, según las fuentes. EspeluznanteRojas, quien se domiciliaba en Puerto Esperanza, desapareció el 24 de diciembre del año pasado, a las 15.30, cuando efectuó un viaje a Colonia Mado. El Peugeot 405 bordó que conducía y su cadáver fueron encontrados cinco días después, en las afueras de Mado. La víctima fue torturada, empalada y hasta castrada. En un principio se barajó la teoría de un posible móvil pasional, pero la misma perdió peso con el devenir de los días. Ahora, todas las sospechas parecen apuntar a la hipótesis de un homicidio de ribetes mafiosos. En base a la prueba de Luminol se cree que a la víctima comenzaron a golpearla dentro del vehículo (fue hallada una mancha de sangre en una de las puertas del rodado, más precisamente del lado del conductor). Sobre la sesión de torturas que llevó a la muerte al remisero, trascendió que los homicidas -se supone que podría ser más de uno- lo habrían sujetado de las muñecas y posteriormente lo empalaron con un elemento que no pudo ser precisado a través de ese estudio. “Fue torturado por largos minutos”, comentó un portavoz especializado sobre los tormentos que debió soportar la víctima antes de lo que sería el bestial final, cuando se supone que le seccionaron el pene y los testículos por completo. No descartan que conocía a los asesinosHasta el momento el crimen de Rojas aparece a prima facie como complejo, debido a los pocos indicios para determinar el móvil concreto del hecho. Existen no obstante, diversas hipótesis. La más firme es la del ajuste de cuentas y ahora surgió la nueva conjetura de una venganza no convencional, es decir no dirigida directamente a la víctima. En ese terreno, se presume que el trabajador del volante pudo haber sido en principio, el blanco de un secuestro con fines extorsivos. Lo mantuvieron cautivo y como habría reconocido a sus captores se desencadenó la serie de torturas y terribles mutilaciones que terminaron con su vida. En esas circunstancias surgen los indicios de la existencia de una banda narco en la zona, que podría tener vinculación con el aberrante episodio, pese a que Rojas no tenía antecedentes ni estaba mezclado en el submundo de las drogas, indicaron las fuentes consultadas, que por el momento no tienen elementos para decir lo contrario. Estas organizaciones criminales tienen códigos mafiosos donde hacen pagar con la muerte a quienes los desafían o se interponen en su camino. Mientras tanto, la investigación sigue su marcha y ya está en manos de la Justicia.





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