ISLA DEL GIGLIO, Italia (AFP-NA). El insomnio, los recuerdos y la tristeza azotan sin cesar al indio Kevin Rebello, quien estaba el sábado en la isla del Giglio, en Toscana, para pedir que no cesen de buscar el cuerpo de su hermano, desaparecido hace un año en el naufragio del crucero de lujo Costa Concordia en pleno mar Mediterráneo. Acompañado por su mujer, la peruana Roxana Ponte, Kevin es el emblema evidente de la tragedia, ya que su hermano, Russel, es una de las dos personas que no han sido encontradas desde que el enorme crucero encalló el fatídico viernes 13 de enero del 2012, causando la muerte de 30 personas y dos desaparecidos.“Si, es verdad, necesito una tumba para llorarlo, es muy difícil para mí, para mi familia y sobre todo para mis padres, que dependían económicamente de él”, reconoce.“Seguiré luchando para que no dejen de buscarlo”, sostiene el hindú, quien reside desde hace cinco años en Milán (norte de Italia) con su compañera peruana, “su bastón” durante este año tan difícil, en el que ha tenido que viajar a India por asuntos burocráticos relacionados con la desaparición del hermano y se ha convertido en el portavoz no oficial del dolor de los familiares de las víctimas.“Muchos me llaman, otros me contactan en Facebook, otros simplemente quieren olvidar”, reconoce el delgado y educado Kevin, quien permaneció al inicio tres meses en la isla toscana, donde recibió y sigue recibiendo generosas demostraciones de afecto y solidaridad de los isleños.Convencido de que su hermano se encuentra sumergido bajo los 230.000 metros cuadrados de agua que cubren la enorme embarcación de 114 toneladas, que transportaba más de 4.000 personas, Kevin, de 39 años, espera hallar su cuerpo cuando el navío gigante sea enderezado y arrastrado a un puerto, una operación inédita y un desafío técnico y naval sin precedentes que se ha programado para finales de este año.Kevin, confesó que volver al Giglio es “revivir el drama”.





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