POZO AZUL. Las terminales de ómnibus fueron históricamente el primer “centro” de muchas localidades del interior, allí en improvisados playones se recibía a los parientes, se iban a buscar encomiendas o se embarcaban los hijos que viajaban a estudiar o en busca de oportunidades en otra localidad. Un pequeño bar y comedor servía para que choferes y pasajeros tomaran un refresco o quizás coman algo durante un alto en la travesía. El techo, el salón de espera y los baños fueron fundamentales para alivianar la espera de los viajantes. Hoy, lo siguen siendo, y en el interior de la provincia encontramos que estas tradicionales terminales tienen un denominador común: todas son iniciativas particulares de habitantes de la zona, todas son “bancadas” por sus propietarios sin ningún tipo de aporte desde el Estado a pesar de la importante función social que desarrollan. Como contraparte vemos inversiones millonarias para construir nuevas terminales de ómnibus, entregándosele a nuevos concesionarios, sin tener para nada en cuenta la histórica función cumplida por los ya existentes.PRIMERA EDICIÓN recorrió algunas de estas terminales para elaborar este informe que da cuenta de una parte importante de la cotidianeidad de estas localidades. En esta primera parte de la nota referente a la terminal de Pozo Azul, San Pedro.HistoriaLa terminal de Pozo Azul lleva funcionando un poco más que el promedio general, brinda servicios desde hace casi 40 años. Está ubicada en el cruce de las rutas 17 y 20 y si no fuera por su presencia los colectivos que pasan por la zona no tendrían donde parar. Tiene un gran playón de estacionamiento, una enorme galería techada con bancos para los pasajeros que deben esperar su ómnibus, baños públicos para damas y caballeros y un salón comedor donde hay comidas rápidas,bebidas, kiosco y agua caliente para el mate. En 1978 la familia Hinc se instaló en Pozo Azul, Bernardo (más conocido como Berni), Carmen y, en ese momento, su único hijo Leonardo, quien ahora continúa brindando el servicio.Relata Leonardo: “En el 78 vinimos con mis viejos para acá, compramos 30 hectáreas con título, creo que debe ser una de las pocas propiedades en esas condiciones, y abrimos un parador, luego, al tiempo, pudimos abrir un comedor y al comenzar el asfaltado de estas rutas (la 17 y la 20 provinciales) con mucho esfuerzo y sacrificio arrancamos con el parador de colectivos. Siempre fue a pulmón, sin ningún tipo de ayuda municipal o provincial”. Y agrega: “Nosotros, los hijos, continuamos dando este servicio que sabemos que es muy importante para los habitantes de la zona y también para aquellos que están de paso por la localidad”.“Acá jamás se cobró toque de andén ni por el uso de los baños, algo que se estila en las grandes terminales, pero nosotros no lo hacemos. Lamentablemente nunca tuvimos ningún tipo de ayuda por parte del Estado y cuando veo que se invierten cifras millonarias para construir nuevas terminales siento que es injusto que no destinen algunos fondos para ayudar a mantener este servicio histórico que venimos brindando. Nosotros pagamos todos nuestros impuestos, somos uno de los pocos con título de propiedad en la localidad, bancamos el mantenimiento de la terminal, la limpieza, las refacciones, inclusive hasta pagamos el alumbrado público que ilumina el predio, todo con lo que generamos con nuestras 14 o 15 horas de trabajo diario, es un servicio público pero no recibimos ningún tipo de apoyo o colaboración. Cuando tuvimos que hacer reformas las pagamos nosotros, ni siquiera logramos que nos manden tosca y maquinarias para poder mejorar el patio de estacionamiento de los micros”, detalla.Consultado acerca de qué haría falta para mejorar el servicio menciona: “Creo que vendría muy bien una o dos cargas de tosca y también, desde mi punto de vista, hace falta una mejor señalización pues hay mucho movimiento y tenemos la salita, la comisaría y la escuela cerca, cualquier funcionario que se acerque tendría que darse cuenta del servicio que brindamos”.La terminal de Pozo Azul está situada en un punto clave, a 60 kilómetros de Eldorado, a 60 también de Bernardo de Irigoyen y a 30 de San Pedro, allí paran diariamente más de 30 colectivos y pasan aproximadamente entre 800 y 1200 personas. Leonardo abre la terminal a las 6 de la mañana y mantiene horario corrido hasta las 9 de la noche, con los fondos que genera con el comedor sustenta el servicio público que brinda y desde hace más de 30 años que espera una colaboración del Estado.




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