PUERTO ESPERANZA. El homicidio del remisero Miguel Ángel Rojas quedará en los anales de la criminología misionera como uno de los más aberrantes y sanguinarios de la historia. Por el momento se desconoce el móvil o causa de semejante atrocidad, pero no hay dudas de que se trató de un ajuste de cuentas y que el objetivo de los asesinos fue que la víctima sufriera y mucho antes de morir.Por eso lo empalaron, castraron y ataron a un árbol, para que se desangrara sin misericordia y con dolor.Ayer los investigadores recibieron el informe telefónico sobre las últimas comunicaciones efectuadas por el trabajador del volante, poco antes de morir.Allí buscaban alguna pista de solidez que pudiera conducirlos hacia la identidad de los asesinos.Se habla de tres autores, como mínimo, aunque Rojas no era una persona robusta. “Entre dos era factible reducirlo”, señaló ayer uno de los hombres asignados a la pesquisa.Los investigadores pretendían reconstruir los últimos movimientos del remisero, sobre todo si el viaje al puerto de Mado fue por trabajo, a requerimiento de un ocasional pasajero, o si se trató de una trampa para atraparlo, reducirlo y asesinarlo.Ese viaje parece ser demasiada casualidad para los investigadores, indicó una fuente del caso a este diario.Otra arista curiosa guarda relación con la manera en que fue maniatada la víctima: con los cordones de sus zapatillas y un pedazo de remera. “Da la sensación de una decisión adoptada sobre la marcha, sin planificación, de lo contrario lo hubieran hecho con precintos o una soga”, señaló uno de los detectives.Rojas fue atado a un pino con un cinto, a la altura del pecho. En esa posición se desangró hasta morir.Entre los detectives las opiniones están divididas. Para algunos, es un hecho excesivamente macabro y sangriento para analizarlo desde la perspectiva de un crimen pasional.Otros hablan lisa y llanamente de un homicidio de tinte mafioso, presumiblemente ligado al mundo del contrabando y el narcotráfico.La causa, sólo por el momento, está a cargo del Juzgado en lo Correccional y de Menores de Eldorado, a cargo de la magistrada Mirtha Saucedo de Bertolo Andino.Pasada la feria judicial, volverá al Juzgado de Instrucción de Eldorado porque la muerte del remisero acaeció en la localidad de Puerto Mado.





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