PUERTO ESPERANZA. Ni siquiera las peores sospechas en torno al crimen del remisero Miguel Ángel Rojas (23), hallado sin vida y amarrado a un árbol a última hora del sábado, coincidieron con los aberrantes detalles que desnudó la autopsia: en medio de una sesión interminable de torturas, al joven lo empalaron y luego le seccionaron los órganos genitales.Así lo confirmaron fuentes de extrema confianza a PRIMERA EDICIÓN, quienes aseguraron que los forenses del Poder Judicial creen que Rojas murió desangrado después del tremendo accionar de el o los asesinos.Al cierre de esta edición, efectivos policiales de la zona continuaban trabajando para dar con nueva evidencia que pudiera resultar clave para la investigación. En las próximas horas estaría prevista una reunión entre todo el equipo de trabajo para un “raconto” de los datos obtenidos hasta ahora.Un crimen macabroSi en un principio los investigadores manejaban la posibilidad de que el caso esté vinculado con un homicidio en ocasión de robo, los resultados de la autopsia realizada en las últimas horas sobre el cuerpo de Rojas terminaron de minar esa hipótesis y redireccionaron las líneas investigativas hacia otros horizontes.En resumidas cuentas, los forenses determinaron que el remisero sufrió un verdadero calvario en manos de sus homicidas antes de perder la vida.Fue, literalmente, una sangrienta y macabra sesión de torturas que no permite pensar en otra cosa más que en una suerte de “ajuste de cuentas”. Esa era la principal teoría de los detectives hasta anoche, en principio entremezclada con alguna cuestión sentimental, aunque nada estaba dicho y los policías preferían mantenerse cautelosos y no descartar absolutamente nada.Sobre la sesión de torturas que llevó a la muerte al remisero, trascendió que los homicidas -se supone que podría ser más de uno- lo habrían sujetado de las muñecas y posteriormente lo empalaron con un elemento que no pudo ser precisado a través de ese estudio.“Fue torturado por largos minutos”, comentó un portavoz especializado sobre los tormentos que debió soportar la víctima antes de lo que sería el bestial final, cuando se supone que le seccionaron el pene y los testículos por completo.Para los forenses, la aberrante “castración” a la que habría sido sometido Rojas le provocó la muerte por desangramiento. Tan increíble como inhumano.La investigaciónMientras Esperanza sigue en estado de shock, efectivos de la comisaría local y de las dependencias de la zona, de las distintas Unidad Regionales y de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Misiones trabajaban con el fin de hallar rastros que permitan identificar a los autores del hecho.Según se supo, en las próximas horas se realizaría un “raconto” de los datos obtenidos hasta el momento. Luego se produciría una pausa de sólo horas por las fiestas y todo se retomaría mañana al mediodía.Rojas fue visto con vida por última vez el pasado lunes 24 de diciembre alrededor de las 15.30, cuando fue a cargar combustible a una estación de servicio en las afueras de Puerto Esperanza, donde vivían. Testigos dicen que lo vieron manejando su remís y con dos hombres como pasajeros.Después de una extensa búsqueda, el Peugeot 405 bordó de la víctima apareció a última hora del viernes en un pinar distante a casi siete kilómetros de Esperanza, en la zona de Mado. Habían desaparecido el equipo de música y las llaves de arranque.El sábado, cerca de las 19, un tío de Rojas se presentó ante la Policía y con la voz entrecortada informó que había encontrado a su sobrino. Estaba muerto, maniatado a un pino y en avanzado estado de descomposición, relativamente cerca de donde había aparecido el Peugeot. Desde ese momento, la búsqueda terminó y comenzó el trabajo de los investigadores, que recién está en la primera etapa.





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