La industria maderera vinculada a la madera nativa atraviesa en Misiones un escenario de fuerte estrés laboral, marcado por la escasez de materia prima, la baja sostenida de las ventas y las demoras administrativas para autorizar planes de aprovechamiento forestal.
Empresarios y técnicos advierten que la combinación de estos factores pone en riesgo la continuidad de PyMEs, equipos de trabajo calificados y cientos de familias. Desde la Asociación de Industriales Madereros de Misiones, su presidente César Jakimczuk explicó que los aserraderos que trabajan con especies nativas enfrentan una realidad distinta a la del sector forestal implantado.
“La madera nativa no es estandarizada: son distintas especies y pedidos puntuales. Si no tenés autorización para ir al monte, no podés cumplir, no vendés, pero los costos siguen llegando”, describió.
Jakimczuk reconoció que existe diálogo con las autoridades y que, en una reunión reciente, el ministro del área se comprometió a avanzar en soluciones durante febrero. Sin embargo, señaló que los mayores obstáculos aparecen en los niveles intermedios de la administración.
“La voluntad política está, pero los trámites están muy atrasados. Eso hoy está pasando y genera un desgaste enorme en las empresas”, sostuvo.
Una mirada similar aportó el ingeniero agrónomo Alejandro Víctor Neuendorf, quien trabaja con productores forestales en la zona centro. Según explicó, las carpetas para extracción de madera nativa que deberían resolverse en 30 o 60 días, hoy demoran dos y hasta tres años.
Neuendorf advirtió que muchos propietarios son personas mayores que invirtieron en tierras forestales pensando en una jubilación tranquila. “Hoy viven una situación de estrés muy grande. No quieren sacar madera para ganar más, sino para no perder sus equipos de trabajo”, explicó.
Motosierristas, topadoristas y personal especializado, con décadas de oficio, permanecen en la incertidumbre ante la falta de autorizaciones. A este cuadro se suma la caída del consumo y de la facturación del sector.
“Tenemos menos ventas y menos materia prima. Si esto no cambia, entre un 30 y 40% de las PyMEs madereras podrían ir camino al cierre”, alertó el técnico. En la zona centro, estimó que más de 400 familias se encuentran hoy en riesgo laboral directo.
Mientras esperan definiciones oficiales, el sector advierte que el impacto ya no es solo económico. El estrés, la incertidumbre y la imposibilidad de planificar el trabajo diario empiezan a sentirse con fuerza en una actividad histórica de la economía misionera.







