La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (I+D+i) confirmó la anulación de las convocatorias PICT 2022 y 2023, una medida que afecta a proyectos científicos que ya habían sido evaluados y seleccionados pero estaban a la espera de financiamiento.
El anuncio generó preocupación en el ámbito científico y la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología (RAICYT) advirtió en un comunicado que la decisión profundiza el deterioro del sistema científico argentino y corta la inversión en investigación básica, una medida que calificó de “cientificidio”.
La medida afecta investigaciones que ya habían superado instancias de evaluación y que contaban con financiamiento comprometido, en algunos casos con aportes internacionales. Su cancelación deja equipos sin fondos y convierte a Argentina “en el único país de América que no invierte en ciencia básica”, afirmaron desde RAICYT.
Por qué importa invertir en ciencia básica
Entender la importancia del desarrollo de la ciencia básica es importante para dimensionar lo que significa la cancelación de los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT) y el momento actual del sistema científico argentino.
La ciencia básica es la etapa donde se generan los conocimientos que luego permiten desarrollar avances tecnológicos más complejos y etapas de ciencia aplicada. No produce resultados inmediatos y requiere tiempo para investigar, equipamiento y grupos de trabajo estables.
A nivel mundial, los Estados invierten en ciencia básica como una política estratégica, ya que el mercado por sí solo no financia investigaciones de alto riesgo y beneficios a largo plazo como los de esta fase.
En Argentina, PICT es la principal línea de financiamiento para sostener proyectos de este tipo en instituciones públicas y privadas sin fines de lucro.
RAICYT definió la cancelación como “un hecho inédito para el sistema científico”, que pierde una de sus fuentes centrales de financiamiento justo en un momento donde el presupuesto ya se encuentra fuertemente recortado.

Un sistema en retroceso
La última medida de la Agencia i+D+i no se diferencia de un escenario para el sistema científico y tecnológico argentino que no muestra signos alentadores. Según el Quinto Informe de Situación sobre el Sistema Universitario, el financiamiento destinado a ciencia y tecnología cayó 45,8% en términos reales respecto a 2023.
Y la situación se profundizará el año próximo: el proyecto del Presupuesto 2026 prevé que la inversión en ciencia represente apenas 0,149% del PBI, el valor más bajo desde 1972. La cifra se aleja además de la meta establecida por la Ley de Financiamiento de la Ciencia y la Tecnología: 0,52% del PBI.
De acuerdo al estudio, el recorte afecta por igual a todos los organismos del sistema científico. Instituciones como el CONICET, la CNEA, el INTA o el INTI perdieron entre 32% y 50% de sus recursos en solo dos años. Áreas como la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología y la misma Agencia I+D+i muestran recortes todavía más drásticos, con caídas del 80% y 85%.
Los salarios de los investigadores también se vieron afectados: en el caso del CONICET, cayeron 37,1% en términos reales desde noviembre de 2023, mientras que los trabajadores del Estado bajo el régimen SINEP perdieron 28,3%. El riesgo en este caso es que los sueldos cada vez más bajos empujan a muchos jóvenes investigadores a abandonar el sector o buscar oportunidades en otros países.
El informe también muestra que hubo reducciones en los fondos para comprar insumos (51%), renovar equipamiento (64,7%) y financiar becas (21,3%), lo que deja a numerosos laboratorios sin reactivos, sin mantenimiento básico y sin capacidad para continuar investigaciones que habían llevado años de trabajo.
Con estos niveles de desfinanciamiento, el estudio advierte que el sistema científico quedó prácticamente limitado a pagar salarios que, aún así, siguen perdiendo poder adquisitivo.
Universidades, otro actor afectado
Las universidades públicas son otra pieza clave del sistema científico argentino: allí se forman la mayoría de los investigadores, funcionan laboratorios e institutos y se desarrollan proyectos que después se articulan con organismos como el CONICET o el INTI para desarrollar la etapa aplicada.
Y el informe del CIICTI marca que no fue un espacio ajeno al recorte presupuestario. En los últimos dos años, el financiamiento de las universidades se redujo de manera acelerada, pasando a representar el 0,718% del PBI en 2023 a un proyectado 0,495% en 2025.
La ejecución presupuestaria confirma este retroceso: a octubre de 2025, las transferencias a las universidades cayeron 28,7% frente al mismo período de 2023.
Por su parte, los fondos para ciencia y tecnología dentro de las propias universidades se desplomaron 79,5%, lo que compromete la infraestructura, equipos de investigación y la formación de científicos en tramos iniciales de grado y posgrado.
Pero el impacto lo sintió principalmente el personal docente y administrativo, que la semana pasada realizó el paro más extenso del año para exigir recomposición salarial y cumplimiento de la Ley de Financiamiento Universitario aprobada este año.
Desde noviembre de 2023, los salarios de los educadores universitarios cayeron 30,6% en términos reales, y en 2025 retrocedieron otro 9%, indica el informe.
Teniendo en cuenta ese retroceso, los sueldos acumulan pérdidas que dejan los ingresos por debajo de 2002 (el índice más bajo desde el inicio de siglo) y 39,8% por debajo del pico de 2011.
Otra caída importante se produjo en los gastos para funcionamiento universitario, que retrocedieron 31,5% respecto al mismo periodo de 2023. A futuro, el estudio marca que el panorama no mejora: en 2026, se proyecta que las universidades recibirán el equivalente al 0,462% del PBI, un 39,9% menos que en 2015.
“Nos ponen al borde del precipicio”
Daniel Filmus, director del Centro Interamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación y exministro nacional, explicó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN que el impacto del ajuste presupuestario se traduce hasta en las prácticas más básicas de los investigadores: el estudio.
“Argentina hoy no está comprando las bibliotecas de las revistas indexadas a nivel internacional que necesitan nuestros investigadores. Todos están pirateando la lectura de los últimos artículos científicos porque tienen amigos en el exterior que se los mandan”, aseguró.
A lo largo de los últimos 40 años, Filmus explicó que en Argentina no hubo políticas sostenidas de financiamiento de la ciencia y la tecnología que atravesaran todos los gobiernos.
“Tuvimos un movimiento pendular: después de cada momento en el que hubo un fuerte apoyo, le siguió un movimiento en el sentido contrario, que hizo que se retroceda mucho de lo que se había avanzado” dijo. Ese “péndulo” permitió que en algunos períodos se recuperaran capacidades, infraestructura y programas.
Pero el escenario actual, advirtió, es distinto. Las políticas en curso combinan ajuste presupuestario, desfinanciamiento de instituciones y una visión de gobierno que, para Filmus, cuestiona la existencia misma del sistema científico y la educación pública.
El investigador también alertó sobre las consecuencias de reducir la inversión en áreas estratégicas, ya que en el desarrollo de la ciencia muestra consecuencias concretas y de corto plazo: se frenan proyectos, se deteriora el equipamiento y muchos investigadores emigran o abandonan sus líneas de trabajo.
“En ciencia y tecnología, cuando perdés dos o tres años, después no los recuperás. Cortar las investigaciones y después volver cuesta muchísimo, nuestros investigadores se van y dentro de 4 años el equipamiento del que dispongas ya no va a ser de última generación”, explicó.
A ello se suma el impacto estructural y de largo plazo, sobre todo la pérdida de competitividad científica del país, sobre todo a nivel regional. “Para tener una idea, Argentina el año pasado sumando a la inversión pública y privada, apenas estuvo en 0,3% del PIB. Brasil, nuestro país de al lado, invirtió 1.3%. Cuatro veces más que nosotros de un PIB que es tres veces más grande”, calculó.
Sobre los motivos detrás de que el recorte apunte al área CyT, el sociólogo aseguró que “tiene que ver con un modelo de desarrollo”. “Si yo quiero un país industrial, necesito gente capacitada. Si quiero un país que se distinga porque se agrega valor a partir del trabajo de la gente o de la capacidad de investigar o innovar, invierto en educación. Si quiero un país que solamente sea exportador de productos primarios sin agregar valor, donde su riqueza principal sea la especulación financiera, ¿para qué necesito educación?”, cerró.










