Cada 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Ninja, una celebración que, aunque no lo parezca, cuenta con miles de seguidores en todo el mundo.
Realmente no está claro el origen de esta efeméride, aunque se rumorea que la primera vez que se celebró fue en 2003 tras el estreno de la película “El Último Samurai” donde aparecía una escena de ninjas bastante impresionante.
Lo que sí está claro es que los ninjas son uno de los iconos más populares de la cultura japonesa, y es precisamente en Japón donde más se celebra el Día Internacional del Ninja.
En ciertas regiones se hacen festivales, la gente se disfraza y se comporta como un ninja, hay exhibiciones y todo tipo de eventos festivos y culturales.
Tres mitos sobre los ninjas
Todos hemos visto alguna vez alguna película o serie donde aparece un personaje vestido de negro con unas habilidades casi sobrehumanas, lanzando todo tipo de armas cortantes al enemigo. Ellos son los ninjas, guerreros japoneses entrenados para llevar a cabo misiones de espionaje o asesinato y que se mueven casi sin ser vistos.

Pero ¡ojo!: no todo lo que cuentan de los ninjas es verdad. A continuación, tres mitos infundados muy difundidos sobre estos personajes:
- No es cierto que los ninjas se vistieran siempre de negro. Su misión es ocultarse y pasar desapercibidos, así que en muchos casos tenían que ocultarse vistiéndose de mercaderes o de granjeros.
- Tampoco se pasaban todo el día lanzando estrellas ninjas, era solo un arma de todas las que usaban. Si que es la más iconográfica y la que más se ha popularizado.
- La palabra “ninja” es más moderna que los propios ninjas. Esta palabra surgió allá por el año 1800, mientras que los profesionales del espionaje en Japón ya existían desde el siglo XV, así que entonces, en el origen, se llamaban shinobi, que significa “sigiloso”.
Tres verdades sorprendentes sobre los ninjas
A cambio, hay otras verdades sobre los ninjas muy curiosas pero desconocidas por el gran público:
Los ninjas eran revolucionarios
Durante el período de los Estados en Guerra de Japón, los campesinos-guerreros de Iga y Koka (terrenos montañosos traicioneros y aislados del centro del poder en Japón) se hicieron famosos por sus habilidades en la guerra asimétrica, como el espionaje, la guerra de guerrillas y otras tácticas de combate no convencionales. Debido a esto, a menudo eran contratados por señores de dominios cercanos. Pero sus habilidades nacieron del deseo de autodeterminación: para mantener su autonomía frente a poderosos líderes militares y el gobierno central de Kioto, dependían en gran medida de sabotajes, la utilización de su conocimiento superior del terreno y otros “trucos” para vencer a ejércitos enteros.
Los ninjas eran científicos
Las armas de fuego occidentales llegaron por primera vez a Japón en 1543 a bordo de un navío portugués que se vio obligado a refugiarse en la isla de Tanegashima. Poco tiempo después, los arcabuces fabricados en Japón hicieron su debut en el campo de batalla durante la Batalla de Uedahara en 1548. Sin embargo, mucho antes de todo esto, los ninjas de Iga y Koka ya estaban haciendo cosas asombrosas con la pólvora -cuya receta supuestamente fue traída por inmigrantes chinos-, iniciando la ciencia pirotécnica japonesa doméstica.
En el programa “Ninja Truth” de NHK, investigadores utilizaron manuales ninja que han sobrevivido para recrear algunos de los 230 usos registrados de kayakujutsu, el “arte de la pólvora”. Utilizando solo ingredientes disponibles en los siglos XIV al XVI, recrearon con éxito armas como el toribikata, una especie de lanzallamas primitivo, muy probablemente usado para conmocionar y distraer a los oponentes. Otras armas diseñadas por científicos ninja incluyen los petardos hyakuraiju, perfectos para simular los sonidos de un ejército enemigo, y la granada de mano horokuhiya. Mención especial merece la flecha daikokuhiya, que funcionaba de manera similar a un cohete de botella, produciendo humo denso al quemar heces de ratón y polvo de hierro. Lo más probable es que se utilizara como bengala.
Los ninjas eran músicos
La fuerza del ninja era su habilidad para superar en astucia a la gente mediante el subterfugio: en lugar de arriesgarse a escalar las paredes del castillo o palacio de un señor feudal, preferían entrar por la puerta principal disfrazados.
En el libro “Ninja AD 1460-1650”, Stephen Turnbull escribe que un disfraz popular empleado por los ninjas era el de los monjes errantes komuso, conocidos por dos cosas: los grandes sombreros de cesta que cubrían sus cabezas enteras, para una capa extra de anonimato, y sus flautas de bambú shakuhachi.
En el Japón feudal, había muchos músicos itinerantes que se especializaban en todo tipo de instrumentos musicales, y para hacerse pasar por ellos correctamente con fines de espionaje, los ninjas tenían que saber tocar la flauta, el tambor o cualquiera de los instrumentos de cuerda tradicionales de Japón.
Fuentes: Día Internacional de y Tokyo Weekender









