Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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La vida es un milagro en perpetuo movimiento, un suspiro del Universo que te recuerda en cada latido, que existes para amar. No para buscar amor fuera, sino para reconocer que el amor más puro y transformador ya habita en ti, como una llama eterna esperando ser recordada. El verdadero camino comienza cuando dejas de huir de ti mismo y eliges mirarte con ternura, con compasión y con respeto por tu proceso. Cuando te abrazas sin juicios, cuando honras tus sombras tanto como tu luz el alma respira en libertad. Nadie puede recorrer por ti el sendero de la felicidad.
Nadie puede evolucionar en tu lugar. Solo tú puedes abrir las puertas del alma y caminar hacia el recuerdo de tu divinidad. El propósito del ser humano en esta dimensión no es acumular, competir o temer, sino despertar. Despertar del sueño de la separación, de la ilusión de carencia, del olvido de lo que realmente eres. Y cuando la consciencia despierta y el velo cae, los mundos sutiles se revelan y el alma reconoce su origen estelar, su misión sagrada, su naturaleza infinita. Hasta entonces, la vida te llevará una y otra vez a las mismas lecciones, no por castigo, sino por amor. Porque el amor divino es paciente y esperará todos los ciclos que necesites para recordar quién eres.
Asume tu divinidad. Recuerda tu maestría. Eres maestr@ cuando logras amarte con totalidad, cuando hallas plenitud en el silencio y en la simplicidad, cuando te conviertes en paz ante todo lo que es. Eres maestro cuando dejas de buscar afuera lo que solo florece adentro. Eres más que un cuerpo, más que una historia, más que un nombre. Eres la conciencia eterna viajando entre estrellas, portando la memoria del Todo en cada célula. Eres el Universo experimentándose a sí mismo a través de tu mirada, de tu voz, de tu respiración. Y mientras caminas, el Gran Espíritu camina contigo.
Aprovecha este instante sagrado, este presente que te ha sido dado para recordar. Celebra la vida, la salud, el amor y la fuerza invisible que te impulsa a seguir creciendo.
Somos divinidad encarnada. Somos uno con la Tierra, uno con las estrellas, uno con el Todo. ¡Somos uno con Dios! Y nada, absolutamente nada, está fuera del orden divino. Abrázate con gratitud. Abraza tu historia, tus luces y tus sombras, tus logros y tus vacíos. Porque todo te ha conducido hasta este punto: el instante en que tu alma recuerda que todo es amor, y todo es perfecto. Confía. Fluye. Y sé feliz aquí y ahora.








