El fútbol se permite licencias que la vida real no admite. La visita nocturna de Lionel Messi (38 años) a un Camp Nou en obras, seguida de una publicación cargada de nostalgia (“lugar que extraño con el alma”), fue un golpe directo al corazón de la afición culé. Fue la caricia del ídolo que sugiere un “último baile”.
Pero en los despachos del FC Barcelona, los corazones están blindados por hojas de cálculo.
La respuesta de Joan Laporta, apenas 48 horas después en Catalunya Radio, fue el matafuegos necesario: “No es momento de especular con escenarios poco realistas”.
Laporta no miente. No es un “escenario poco realista”; es, hoy por hoy, un escenario de ficción. Y no se debe a una supuesta traición o a la falta de voluntad. Se debe a un villano mucho más implacable que cualquier rival deportivo: el Fair Play Financiero de LaLiga.
El muro infranqueable
Para entender por qué Messi no puede volver, ni siquiera por seis meses, hay que entender la situación financiera del Barça. El club sigue “excedido” en su límite salarial.
Cuando un club está excedido, como el Barcelona, no opera bajo la norma habitual del “1:1” (gasto un euro por cada euro que ingreso). Opera bajo reglas mucho más restrictivas, que en el mejor de los casos han sido 1:4 (solo puedo usar 1 de cada 4 euros ahorrados) o 1:2.
El Barça sigue sin tener “espacio” en su masa salarial para inscribir jugadores con facilidad. La prioridad absoluta del club este invierno no es un regreso romántico; es asegurarse de que las fichas del primer equipo (incluidas las de los jóvenes que explotan) estén en regla.
La falacia del “jugar gratis”
Ante este panorama, surge la pregunta del hincha: “¿Y si juega gratis?”.
Esa opción no existe. Es un mito. Las regulaciones de LaLiga, para evitar fraudes y “contabilidad creativa”, impiden que un jugador se inscriba por un salario simbólico o nulo. LaLiga asignaría a Messi un “valor de mercado” mínimo (una “imputación” salarial) basado en su estatus, y esa cifra, por baja que fuera, ocuparía un espacio que el Barça simplemente no tiene.
Además, legalmente (recordemos el derecho laboral español), un contrato profesional no puede ser de cero euros.
El proyecto por encima del ídolo
La segunda capa del análisis es deportiva y estratégica. Laporta lo deslizó en la misma entrevista al blindar a Lamine Yamal (18 años) de las críticas por su “estilo de vida”.
El mensaje es claro: el Barça de 2025 está obligado a mirar hacia adelante. El proyecto se basa en talentos generacionales como Yamal, Gavi y Pedri, y en fichajes de bajo costo. La energía, el foco y los pocos recursos disponibles están puestos en ellos.
Traer a Messi, incluso en un préstamo corto desde Inter Miami, significaría detener la maquinaria del futuro para revivir, por un instante, un pasado glorioso. Sería un movimiento de marketing extraordinario, pero un potencial cortocircuito para un vestuario que intenta construir su propia identidad post-Messi.
Laporta lo dijo claro en 2021 y lo ratificó ahora: “El Barcelona está por encima de todos”. Incluido Messi.
El homenaje, no el contrato
La visita de Messi al Camp Nou y su deseo de “volver y no solo para despedirme” abren la puerta correcta: el homenaje. El club le debe a Messi una despedida acorde a su leyenda, un partido de homenaje en el nuevo Camp Nou que rompa récords de taquilla y emoción.
Ese es el escenario realista. Ese es el cierre que merece la historia. Lo otro, el regreso al césped con el “10” en la espalda, pertenece al terreno de la nostalgia. Y la nostalgia, en la economía de guerra del Barça actual, no paga salarios ni equilibra balances.
Fuente: Medios Digitales





