Referentes sudamericanos de la Fundación Protestante Hora de Obrar participaron recientemente en Eldorado de un encuentro que tuvo como uno de los principales ejes cómo vivir la fe en tiempos de crisis climática y cómo la diaconía puede convertirse en una práctica concreta de justicia ecológica y social.
Romario Dohmann, coordinador de iniciativas ambientales de la Fundación Hora de Obrar explicó que “fue una experiencia muy significativa la que vivimos, una actividad profundamente linda y esperanzadora en la que participaron personas de distintos lugares de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, mostrando lo que cada comunidad de fe y organización de base está haciendo para cuidar la creación”.
Agregó que “no se trató solo de generar sensibilidad ambiental, sino de poner en práctica acciones concretas, tanto climáticas como ecológicas que nacen del compromiso y la fe, frente a una realidad cada vez más desafiante”.
Romario apuntó que “desde nuestra mirada creyente, entendemos que somos responsables de esta creación divina y perfecta que Dios nos confió. Y que nuestra fe no puede ser indiferente ante la crisis ambiental. Estamos llamados a actuar, a transformar y a acompañar a quienes más sufren las consecuencias del cambio climático”.
El encuentro “fue una expresión viva de la ecodiaconía, que significa servir al otro, al prójimo, pero también, de manera especial, servir a la Tierra, a la naturaleza y a toda forma de vida. Porque cuidar la creación es una forma de amor, de justicia y de esperanza”, dijo.
Sin dueños
El pastor Jorge Weishein, en tanto, invitó a cuestionar las bases de nuestra relación con el planeta y con los otros seres que lo habitan. “La tierra no es una propiedad, no debemos vivir de ella, sino con ella” e instó a “mirar la creación no como un recurso, sino como una comunidad viva donde Dios se manifiesta”, indicó.
El pastor relacionó la fe con la justicia climática y de género, recordando que ambas son expresiones de un mismo llamado: reparar las relaciones rotas entre personas, pueblos y naturaleza. “La vida plena que Dios promete no es solo para la humanidad, sino para todos los seres de la tierra”, subrayó.
La Congregación Evangélica de Montecarlo presentó su proyecto de vivero comunitario, donde jóvenes, confirmandos y familias producen hortalizas y árboles nativos para chacras y espacios públicos. “Esto lo hicimos pensando no solo en nosotros, sino en fortalecer a toda la IERP y animar a otras comunidades a replicar el proyecto”, sostuvo Bishoff, ingeniera forestal y directora del INTA en la región.
“Queremos rescatar los saberes de la tercera edad sobre el cuidado de la tierra, y vincularlos con sus nietos. Creemos firmemente que si enseñamos a los chicos desde pequeños, ellos cuidarán la naturaleza de grandes”, concluyó.





