POSADAS. Mientras que la mayoría de las personas gozaron de un fin de semana ampliadísimo con la fiesta de Navidad, otras continuaron su rutina laboral casi como siempre. No son pocos los misioneros que tuvieron que trabajar: policías, médicos, enfermeros, periodistas, taxistas, colectiveros… y la lista sigue. Pero sin dudas, incluso los que trabajan, lo hacen en torno a lo que puede suceder en estas fiestas de fin de año. Sin dudas, los lugares más sensibles a las celebraciones ajenas son los hospitales y sanatorios de la provincia; y la red provincial de ambulancias. El 24, desde las 19 y hasta el 25 a la 7, la voz en el teléfono de la Unidad Central de Emergencias y Traslados le pertenecía a Claudia Salinas, una auxiliar de enfermería que está embarazada de ocho meses de su segundo hijo. Claudia cumple desde hace varios meses la tarea de operadora por su embarazo, y se desempeña desde hace diez años en el área salud y hace tres que está en la Unidad de Traslado. Embarazada de ocho mesesCon resignación, Claudia cuenta que “siempre me tocan las guardias del 24 a la noche, incluso antes, cuando trabajaba en un geriátrico. Pero prefiero que sea así porque al otro día (por lo que queda del día de hoy) puedo estar todo el día con mi familia”. Esta embarazadísima trabajadora atendió el conmutador que recibió las llamadas con pedidos de auxilios hasta la mañana de Navidad. “Cuando entra una llamada, pregunto todos los datos que me pueda brindar la persona que está del otro lado y con esa información sé qué tipo de ambulancia debo mandarle, de alta o media complejidad, y cuál es la que está más cerca”, precisó. Claudia recuerda sus guardias de Noche Buena con cierto alivio pues la mayoría de estas fueron tranquilas, “nos juntamos para cenar con los compañeros, brindamos y después cada uno vuelve a su lugar de trabajo. El año pasado me tocó hacer guardia en la zona de Fátima y no hubo ningún llamado durante la noche, ni de accidentes, intoxicaciones, nada. Pero no siempre es así, muchas veces los llamados comienzan a la madrugada o en la mañana de Navidad”.En este lugar, al igual que en centro de salud, un llamado de urgencia es mucho más que trabajo. “Es un alivio cuando no suena el teléfono porque eso quiere decir que a nadie le ha sucedido nada malo. Por el contrario, cuando hay un llamado de urgencia en la fiesta te cambia el ánimo, sobre todo si es de un accidente o algo grave. Te afecta personalmente”, admitió Claudia. Una guardia de más de 24 horasTambién trabajó en Noche Buena y hasta la tarde de Navidad la enfermera Eva Báez que también se desempeña en la Red de Traslado. “Prefiero trabajar el 24 y 25, para mí son días cualquiera”, aseguró esta profesional que tiene en su haber más de veinte años de experiencia. Eva prefiere trabajar en las fiestas de fin de año porque eso le ayuda a no recordar a una de sus hijas que falleció en estas fechas, “desde que falleció mi hija en esa fecha la navidad para mí no tiene mucha importancia, veo que la gente gasta mucha plata por una celebración que no dura más de dos horas”, indicó. Hace 18 años que Eva trabaja en equipos de emergencia durante las fiestas y precisó que, generalmente, la historia se repite: “las horas más críticas, algunas veces, son antes del brindis de Noche Buena con algunos accidentes domésticos y a la madrugada -tipo 4 o 5 de la mañana- cuando se producen peleas con patotas o gente alcoholizadas o accidentes con pirotecnias. Nosotros estamos acostumbrados a ese movimiento, es parte de nuestra rutina… antes, cuando trabajaba en la guardia de Emergencia traía a las personas accidentadas y después yo misma las atendía cuando quedaban internadas”. Eva dedica su vida a su trabajo, el 24 ingresó a la guardia a las 14 y regresó a su hogar el 25 por la tarde. “Mi trabajo es mi hogar, estoy acostumbrada a lidiar con todo tipo de accidentes aunque todavía hay cosas que me sorprenden e impresionan”, admitió. Aunque ella no ama las fiestas, en su casa la esperan sus seis hijos y sus dieciséis nietos “ellos me iluminan la vida”, confiesa.




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