Este miércoles 1 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Hepatitis C, una enfermedad con alta prevalencia en todo el mundo y con un tratamiento médico certero. El inconveniente es que suele detectarse en etapas avanzadas, al ser mayormente asintomática, lo cual genera un daño irreversible en el hígado y puede provocar la muerte.
Por eso se suele conocer a esta enfermedad como “el enemigo silencioso”, dado que no presenta síntomas hasta un estadio avanzado de la misma.
Al darse por transmisión sanguínea, el contagio puede producirse por una transfusión, una intervención con elementos mal esterilizados, incluso prácticas comunes como tatuajes, piercings, hasta manicura y pedicura. Asimismo, es alto el índice de transmisión al compartir jeringas, mientras que en el caso de las relaciones sexuales es bajo el índice de contagio, pero existe.
En Argentina, la prevalencia fue cambiando y en estos momentos se habla de que el 0,7% de la población tendría Hepatitis C, es decir, alrededor de 300 mil personas. Sin embargo, el 70% lo desconoce.
Existen antivirales de acción directa que curan al 98% de las personas que se tratan, con tratamiento muy breve, de 8 a 12 semanas, sin ningún tipo de efecto adverso.
Sin embargo, si una persona no se trata, puede generar cirrosis hepática o aparecer un cáncer de hígado, con necesidad de trasplante en el mejor de los casos y en el peor, la muerte.
Por tal motivo, permanentemente existen campañas sanitarias, con testeos rápidos que tardan unos 15 minutos para detectar o descartar la Hepatitis C.
Como método de prevención y con el objetivo de la OMS de erradicar la enfermedad en 2030, lo ideal es que todo mayor de 18 años una vez en la vida se testee para Hepatitis C.









