Por: Claudia Doi
Con motivo de la llegada del ministro de salud, Doctor Menendez, el instituto organizó una charla sobre la leishmaniasis, ya que según la profesora la charla sería muy enriquecedora y provechosa. Además como la misma se había pospuesto varias veces producto de las condiciones climáticas, solo se había contribuido a generar más expectativas.
Finalmente el día llegó, pero lo que ocurrió no fue lo esperado: frente a la entrada del aula se ubicaron cuatro señores de contextura robusta cuya finalidad era controlar que las personas que ingresasen cumpliesen con ciertos requisitos como ser no pertenecer a alguna sociedad protectora de animales,los que no cumplían con ese requisito no lograban ingresar.
Una vez adentro, luego de un breve lapso llegó el disertante, un hombre de mediana edad y pelo blanco que de manera poco feliz y cara desencajada exclamó: “¡La culpa de todo la tienen los países vecinos!, Brasil porque allí fue donde se originó la enfermedad y Paraguay porque no logró contener la enfermedad y dejó que traspasaran las fronteras hasta llegar a la provincia”.
Luego de un breve pausa prosiguió: “Diganme Uds. si es verdadero o falso que si un mosquito vector de la enfermedad tiene que elegir entre picar a un perro o picar a un lobo, elegirá a un lobo…Yo les responderé:
¡Es falso!, puesto que según investigaciones provenientes de internet el mosquito prefiere al perro, razón por la cual aunque no haya hecho ningún estudio está más que comprobado que el mosquito elegirá siempre al perro y no a las ratas o a los gatos como quieren argumentar los grupo proteccionistas de animales que no quieren reconocer que los perros una vez infectados si bien pueden tener tratamiento es preferible eliminarlos.
¡La culpa es compartida entre los perros y los árboles!: los primeros porque se contagian de la enfermedad y los segundos porque son criaderos del mosquito. Razón por la cual solo existe una solución posible: hay que matar a todos los perros y cortar todos los árboles”.
A éstas afirmaciones se sumaron una serie de aplausos efusivos e incontrolables por parte de la profesora y otros apagados e inertes seguidos de risitas contenidas y miradas incrédulas por otra parte.
En ese momento una mujer desconocida de repente se levantó y profirió enfurecida interpelando al Dr. Menendez: “¿Cómo puede decir Dr. que la única solución posible es matar a todos los perros y no hay ninguna alternativa?”. A lo cual el Dr. Menendez con el rostro rojo trató de responder:
“Lo que pasa es que según las estadísticas no vale la pena ya que la clase media baja al menor síntoma de la enfermedad abandona a sus mascotas, incluso en la clase media alta pasa ésto por lo que es menos costoso sacrificarlos”.
Su interlocutora lo interrumpió y proclamó: “¿Por qué no promueve la educación de la clase media baja para que no desechen los animales como si fueran basura ante el primer síntoma de la enfermedad?.¿No le da vergüenza matar a unos pobres seres que no tienen la culpa de haber contraído la enfermedad?”.
Antes de que pudiese responder los cuatro guardias se dirigieron donde se encontraba la mujer y la acompañaron a la salida mientras aquella profería improperios.
Luego de que todo volviese a la normalidad los concurrentes aplaudieron a cuatro manos su charla ejemplar.





