Un grupo de argentinos residentes en Sidney, Australia, se reúnen este sábado en un encuentro bautizado “Costumbres Argentinas” para dar a conocer las actividades que desarrolla la Asociación “Trabajo, Alegría y Saber”, situada en el barrio San Juan Pablo II de Apóstoles y, de esta manera, conseguir fondos para ayudar a construir la sede propia de la institución, dirigida por Avelina Esther Dalcolmo (76).
María Inés, una de las madrinas que tiene la Asociación, radicada en Australia, comentó a Dalcolmo que “vamos a reunir a un grupo de personas a quienes queremos mostrar tu obra y la manera en que te ayudamos a través de la colaboración que ellos nos brindan. Vamos a contarles que con el dinero que nos donan, te ayudamos a pagar el alquiler del local donde funciona la sede y que te enviamos alimentos, para que esta cadena de amor se mantenga y se sostenga”. Para llevar a cabo el evento, alquilaron un salón donde se encontrarán más de un centenar de “amigos que te apoyan a la distancia. Entre las madrinas vamos a preparar empanadas, locro, humita, pasta frola, alfajores y otras cosas ricas. Vendrán unos chicos que van a tocar la guitarra y van a cantar, y después vamos a bailar”. Al enterarse de la iniciativa, Dalcolmo señaló que “esto es increíble. Siento una gran emoción y sigo dando gracias a Dios y a la Virgen que en un lugar tan alejado la gente se reúna formando esta cadena solidaria para ayudar al que más necesita. Australia y Argentina unidas por la solidaridad, todo para que Avelina pueda socorrer al que más necesita. Pido, de corazón, que esa cadena se siga extendiendo”.

Camino a la casa propia
Dalcolmo sostuvo que lo recaudado en esta “peña” será utilizado para la construcción de la sede propia, en un terreno que ya está a nombre de la Asociación, ubicado sobre calleja Madre Teresa de Calcuta, del mismo barrio San Juan Pablo II, “dos personas que siempre amé. Él, Papa, y ella, una mujer noble, guapa, solidaria por demás”.
Comentó que las “madrinas” de Australia surgieron a través de Verónica, una de las hijas del tenista Tomás Lynch y su esposa Carmen, quienes ya apadrinaban la Escuela 298 del paraje La Cachuerita, de Colonia Liebig, Corrientes, donde ella se desempeñaba como directora. Conocedora de la tarea de sus padres, la joven viajó a ese país de Oceanía, y contó a sus amigas argentinas que allí residen, las necesidades que aquí se perciben a diario, posibilitando este gran vínculo. “Con el dinero que ellos me enviaron se compraron los materiales para iniciar la obra de la sede propia. En esta ocasión, me pidieron fotografías del terreno y de la sede alquilada para que las nuevas madrinas conozcan la ubicación, ya que nos pagan el alquiler todos los meses, además de enviarnos donaciones que repartimos en aldeas, escuelas rurales, porque, a su vez, apadrinamos a escuelas de Azara, Pindapoy, paraje Monyolito. Repartimos a tareferos, a gente que trabaja en la chacra. Antes hacíamos números, llevábamos un control, ahora perdimos la cuenta porque hay hambre y hay que salir”.





