Beatriz Sarlo falleció a los 82 años en diciembre del 2024 y recientemente trascendió que su exmarido, el arquitecto y diseñador Alberto Sato Kotani, está en disputa con Melanio Alberto Mesa López, el encargado del edificio donde vivía la escritora, por uno de los departamentos.
La escritora y ensayista no tuvo hijos ni tampoco hay otros hermanos y, aunque estaba separada, nunca se divorció. Se casaron cuando Sato tenía 20 años y ella 21. En 1975, Sato se exilió en Venezuela y luego en Chile, donde vive con su actual pareja. La escritora confió su biblioteca y archivo —que incluye fotos, cartas, programas de mano, revistas y apuntes— a la profesora Sylvia Saitta, su discípula y directora de la colección Biblioteca Beatriz Sarlo.
Sarlo vivía en un departamento de 82 metros cuadrados en un edificio de la calle Hidalgo, en el barrio de Caballito. Al parecer, dejó un testamento ológrafo que está en poder de la Justicia para ser peritado. Lo llamativo es que excluyó como legatario a su exmarido y dejó a Melanio Alberto Mesa López, el encargado del edificio, el departamento en el que vivía, ubicado en el último piso, y le encomendó el cuidado de su gata Nini, que era de su última pareja, el cineasta Rafael Filipelli.
En un papel fechado el 2 de agosto de 2024, Sarlo escribió: “Quiero dejar certificada mi voluntad de que, en caso de mi desaparición u otro accidente, Alberto Meza, quedas a cargo de mi departamento después de mi muerte y también quedas a cargo de mi gata Nini, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo”. El testamento no presenta tachaduras ni irregularidades aparentes.
El exmarido regresó de Chile y expresó su desacuerdo, ya que su círculo de amigos pensaba crear un “fideicomiso cultural” con el dinero de la venta de las propiedades para fundar una institución cultural. Además del departamento en Hidalgo, Sarlo poseía otro inmueble en la calle Talcahuano.
El encargado impugnó a Sato como heredero, alegando que la escritora llevaba más de 50 años separada de hecho. Sato apeló la decisión. Sarlo convivió con Filipelli desde 1984 hasta 2023, cuando él falleció. Compró el departamento en 2004 y declaró ser soltera. Se sabe que el encargado fue quien internó a Sarlo, a pedido de la autora.
Los pasos a seguir en materia jurídica
La abogada Sabrina Cartabia explicó que existen tres formas de disponer los bienes tras el fallecimiento: el juicio de sucesión (cuando no hay testamento), el testamento ante escribano con firma certificada y el testamento ológrafo (escrito a mano, firmado y fechado). En todos los casos, el poder judicial verifica la validez del testamento y registra los bienes a nombre de los nuevos propietarios.
Sobre el testamento ológrafo, Cartabia aclaró: “El testamento ológrafo es completamente válido, igual que otro hecho frente a un escribano. Hay que comprobar la validez de letra y firma y el estado de lucidez del momento en que lo firmó. Un dato a tener en cuenta es que si Sarlo no estaba divorciada, hay una legítima porción de los bienes que no se puede testar y queda para los herederos forzosos: hijos o marido… En este caso, Sarlo no tuvo hijos, podía testar el 50% restante para quien quiera, porque aunque esté separada, al no tener papeles, su exmarido sigue siendo su heredero forzoso”.
El juicio de sucesión puede durar en promedio dos años y suele complicarse cuando los herederos no se ponen de acuerdo. En esos casos, “el poder judicial decide hacer un remate judicial para vender tal o cual bien. No es lo más aconsejable llegar a la venta judicial”, agregó Cartabia.
Mientras tanto, la disputa por la herencia de Sarlo continúa en las redes sociales, con vecinos que destacan la buena relación que tenía con el encargado, amigos que buscan proteger su obra y algunos que mencionan un deterioro cognitivo en sus últimos años, aspecto que deberá probarse en la Justicia.
Fuente: BAE Negocios









