Lo que surgió en principio como un alerta desde Estados Unidos por material de abuso sexual infantil en un domicilio de Puerto Rico, avanzó con la acusación por otros tres hechos de abuso sexual sobre esa misma persona, un vecino de esta localidad. Pasado más de un año de su detención, el imputado afirma tener problemas de memoria y no recordar nada.
Estas expresiones surgieron luego que se llevara a cabo una ampliación de indagatoria en el expediente que se tramita en el Juzgado de Instrucción a cargo del magistrado Manuel Balanda Gómez.
En la audiencia a este comerciante (que trabajaba como delivery y tenía además un negocio de reparación de celulares y o equipos informáticos), le fueron notificadas las actualizaciones de la investigación en su contra.
En las mismas le confirmaron la pesquisa acerca de la tenencia y distribución de Material de Abuso Sexual Infantil (MASI) y las dos investigaciones por abuso contra dos de sus sobrinas, y una cuarta por grooming, la cual fue denunciada a fines de 2023.
Cuando los funcionarios judiciales le consultaron si tenía algo que agregar a todo lo que le fue expuesto, el acusado actualmente de 38 años dijo que sí iba hablar, pero nada referido a lo que se lo acusaba.
Usó su posibilidad de uso de la palabra para contar que no recordaba nada de su día a día e inclusive tenía que anotar las cosas que hacía cotidianamente en la pared de su celda, porque de lo contrario no podía saber qué fue lo que hizo el día anterior.
En principio se presume que esta es una estrategia, una coartada de su defensa que a posteriori podría usar para solicitar alguna nulidad o intentar desligarlo de las responsabilidades penales.
El expediente se encuentra avanzado y no se descarta que antes de fin de año se cierre el caso pueda llegar a clausurarse y sea elevado a juicio.
Cronológicamente, primero se activó una causa porque una madre descubrió que el hombre le enviaba mensajes al celular de su hija de trece años, en los cuales la acosaba. El dato surgió en el marco de una investigación por otra causa en la que este hombre era simplemente un testigo.
Ya en febrero del 2024 desde el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC) según sus siglas en inglés, llegó el alerta a la Justicia local acerca del tráfico de material de abuso sexual infantil. En los allanamientos encontraron material y detuvieron al sospechoso.
De ese material, con el paso de los meses identificaron a una niña que resultó ser la sobrina del acusado. La otra denuncia fue por un caso de abuso a otra sobrina de cuatro años, a quien sometía a través de supuestos juegos.
Y por último, al conocerse mediáticamente su detención, también se presentó a denunciarlo una joven mayor de edad, también sobrina del encartado, por abusos cuando ella era menor de edad.










