
“Yo sé que fue ella. Mi moto, mi único medio de vida se iba a quemar completamente, pero como estaba bendecida por Santa Rita, se salvó. Hoy vengo agradecer”. A Susana se le humedecen los ojos mientras relata, con voz entrecortada, el episodio que la reafirma en su devoción por Santa Rita. La fe, en su caso, tiene una forma concreta: el fuego que casi consume su medio de vida y ella se acercó de rodillas hasta la imagen que custodia la parroquia en el barrio que lleva su nombre, con la certeza inquebrantable de haber sido protegida por la santa que venera desde hace años.
Susana vino con la emoción a flor de piel. “Yo bendije mi moto acá en la capilla, y después se quiso prender fuego en lo de mi tía. Estaba con fuego abajo”, dijo a este Diario con convicción.
Como ella, miles caminaron este domingo desde la Catedral de Posadas hasta el corazón del barrio Santa Rita, en una de las manifestaciones de fe más multitudinarias del año en la capital misionera. Más de cinco mil personas avanzaron en procesión bajo un cielo encapotado, cargando imágenes, promesas, silencios, agradecimientos y plegarias.

“Pedimos a nuestra patrona que nos deje hacer la procesión y la misa sin lluvia y nos escuchó”, eran los comentarios entre los caminantes.
A pocos metros, el padre Javier Alegre, párroco de Santa Rita, acompaña el constante movimiento de los fieles con serenidad. Le sonríe a cada grupo que llega, saluda con la mano, reparte bendiciones y esperanza. Alguien le pregunta si la misa, prevista para celebrarse en el patio, se hace igual si llueve. “Le hemos pedido a nuestra patrona que nos resguarde; pero si llega a llover, también será una bendición. Hay gente que necesita de la lluvia. Dios sabe lo que necesitamos todos. Y si llueve, al menos no vamos a tener que tirar el agua bendita porque ya la va a derramar Dios sobre nosotros”, bromeó, aludiendo a la tradicional forma de bendecir a los feligreses durante las celebraciones multitudinarias.

En diálogo con PRIMERA EDICIÓN sacerdote invitó a seguir participando durante la semana. El jueves 22 -día litúrgico de Santa Rita- celebrarán misas cada hora y media desde las seis de la mañana hasta las ocho y media de la noche. “Es un día de gracia, y ella siempre nos escucha. Vengan a pedir, pero sobre todo a agradecer”, remarcó.
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Un clásico
Desde temprano, el barrio se transformó. Los feriantes de cada domingo sacaron sus mesas con ofertas en una calle en diagonal a la iglesia que la gente puede recorrer despues de las misas. El humo del pollo asado, las chipas caburé recién horneadas y los rezos se mezclaron en el aire. Frente a la capilla, la feria popular con puestos de ropa, comidas, artesanías y juguetes fue creciendo como un apéndice festivo de la fe. Allí estaban Ana y Roberto, feriantes que hace años encuentran en esta fiesta una oportunidad de fe y de trabajo.
“Me dedico a vender jeans de hombre, y hoy desde temprano mis clientes ya estaban rezando, y después se quedan a comprar”. Roberto, su esposo se encarga de la logística: carga, descarga, cobra, acomoda. “Esta fiesta es muy especial, no solo por la fe, sino porque nos permite también trabajar dignamente”, dijo.

Con fe: así fue la previa a la salida y las primeras cuadras de procesión
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