Al darse cuenta le sigue la toma de decisiones. Sin los cambios, que llegan con las tomas de decisiones, el darse cuenta queda en el olvido, en algo hueco, en una simple anécdota u hoja de papel, una historia, un relato para otros, para el tiempo. El darse cuenta es un proceso, no creo en las formulas mágicas, en las recetas multitudinarias del éxito.
El darse cuenta es evolutivo, una cuestión de conciencia, conciencia aplicada a la vida, al hacer, al experimentar, al equivocarse. El darse cuenta es un despertar e individualizarse. Hacerse cargo de la propia vida, de las historias no contadas, de la sombra relegada, de los recuerdos aprisionados.
Entonces el darse cuenta, sea lo que sea, es una ¡liberación! Liberación de la conciencia atrapada. Liberación de las opiniones externas, liberación de las lealtades invisibles. Liberación de esa energía que permanecía inmóvil sosteniendo una estructura sin sentido, obsoleta, muerta.
Entonces y así, solo después del darse cuenta, llega la toma de decisiones, pero ¡tranquilos! El darse cuenta llega también en el momento en el cual tenemos la fuerza necesaria para el salto. El cambio siempre viene en el momento que estamos dispuestos, no lo dejes pasar. Toma tu momento. ¡No lo dejes pasar! Quizás después de ese cúmulo extra de energía almacenada para el cambio venga nuevamente un momento de repliegue, despliegue y repliegue.
¡Como todo en el universo! No dejes pasar tu momento de conciencia. No te quedes obnubilado en el momento con las luces de colores pensando que ya llegaste. ¡Nunca se llega! Siempre hay algo más en el proceso de la evolución. Somo seres en busca de la perfección.
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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