A contramano de quienes buscan reducir la jornada laboral, los magnates de Silicon Valley ahora pretenden que las personas trabajen mucho más.
En una tendencia alarmante que preocupa a expertos del mundo del trabajo, los líderes de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo están promoviendo un retorno a jornadas laborales extremadamente extensas.
Elon Musk (Tesla, SpaceX y la red social Twitter, además de funcionario del presidente estadounidense Donald Trump) y Sergey Brin, cofundador de Google, sorprendieron con fuertes declaraciones y propuestas para llevar la jornada de trabajo a 60 o incluso 120 horas semanales.
De esta forma, ambos multimillonarios quedaron en el ojo de la polémica, dado que salen a desafiar décadas de avances en calidad de vida y derechos laborales.
Musk y las 120 horas semanales
El magnate Elon Musk, conocido por su controvertido estilo de liderazgo, ha generado polémica al querer imponer una jornada de 120 horas semanales a los trabajadores del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo vinculado a la administración de Donald Trump.
Esta exigencia equivale a trabajar 17,1 horas diarias, los siete días de la semana, eliminando prácticamente cualquier tiempo para descanso, vida personal o familiar. En un mensaje publicado en X (antes Twitter), Musk comparó a los empleados de DOGE con los funcionarios públicos tradicionales, a quienes calificó despectivamente de “opositores burocráticos”.
Más alarmante aún, DOGE lanzó en noviembre una convocatoria dirigida a personas con “coeficiente intelectual muy alto” dispuestas a trabajar más de 80 horas semanales sin recibir sueldo. Entre los empleados hay jóvenes de apenas 19 años, lo que ha despertado preocupaciones sobre explotación laboral.
Sergey Brin: “60 horas es lo ideal”

Por su parte, Sergey Brin, cofundador de Google, se sumó a esta visión extrema del trabajo y, en un memo interno filtrado por The New York Times, pidió a los empleados de Google que desarrollan la inteligencia artificial Gemini que aumenten su jornada laboral a 60 horas semanales, cuando lo usual es trabajar 40 horas.
Esto significa trabajar 12 horas diarias de lunes a viernes (o más de 8 horas diarias todos los días, sin jornada de descanso), lo que deja prácticamente sin tiempo personal a los empleados si se suman desplazamientos, comidas y horas de sueño.
“Trabajar 60 horas a la semana es el punto dulce de la productividad“, afirmó Brin en el documento interno, donde también criticó a “un pequeño número de empleados que ponen el mínimo esfuerzo para sobrevivir“, refiriéndose a quienes trabajan menos de 60 horas, calificándolos de “improductivos y desmoralizadores para los demás”.
La carrera por la IA, ¿a costa de los trabajadores?
Según los expertos, estas demandas extremas están impulsadas por la feroz competencia en el desarrollo de la Inteligencia Artificial Generativa, una tecnología capaz de igualar o superar las capacidades cognitivas humanas.
“La competencia se ha acelerado inmensamente, y la carrera final está en marcha”, escribió Brin, añadiendo que Google necesita “sobrealimentar sus esfuerzos” para ganar esta carrera.
Resulta paradójico que estas propuestas de aumentar brutalmente las horas de trabajo provengan de multimillonarios dueños de las empresas más ricas del mundo, que en lugar de contratar más personal, han despedido a miles de trabajadores en los últimos años.
Mientras Google ha declarado oficialmente que aumentar las horas “no está sobre la mesa”, la presión interna sobre los desarrolladores de IA continúa creciendo, marcando un preocupante retroceso en la concepción moderna del equilibrio entre vida laboral y personal.
Los estudios médicos y estadísticas han demostrado repetidamente que trabajar más de 8 horas diarias provoca problemas de salud, conflictos familiares y caídas del rendimiento. Sin embargo, la ambición de dominar el lucrativo mercado de la inteligencia artificial parece estar por encima de la ciencia y el bienestar de los trabajadores para estos gigantes tecnológicos.
Fuente: El Cronista









