Después que algunos vecinos de la localidad se acercaran a hermosear la capilla “Cristo Rey” del paraje El 26 -situada a varios kilómetros del casco urbano- y difundieran la actividad, surgieron varios testimonios que marcan la importancia de este sitio, tan floreciente en su momento, para el despegue de esta localidad.

El templo al que Ko’ape hace referencia sería uno de los más antiguos de la zona y su construcción fue promovida por Clara Bernhardt, esposa de Guillermo Oberschelp, uno de los pioneros de la zona.
La docente Cristina Álvarez recordó que, por muchos años fue catequista en esa capilla pero que después de una mudanza, se desconectó de las actividades. Recientemente los vecinos comenzaron a juntar dinero y se dispusieron a arreglarla porque la edificación se veía bastante abandonada, teniendo en cuenta que su construcción data de muchos años. “Me pidieron que colaborara con la decoración y los arreglos, y quedó preciosa nuevamente”, manifestó la maestra en sus redes sociales y agradeció “la ayuda de Marta Sosa, de Eli, de Mary, de Eva y Coca. También a Silvia Elizabeth Porto, a la familia López y al resto de los vecinos que trabajan para mejorar el aspecto de la capilla”.

Álvarez entiende que, en un primer momento, la santa misa se celebraba en latín, con el sacerdote de espalda a los fieles. “Posee un altar hermoso, con imágenes gigantes de los santos, que todavía falta restaurar. También tiene un campanario antiguo. Ahora un grupo de vecinos está reactivando las actividades, hicieron la fiesta patronal que salió muy linda, tanto en lo espiritual como en lo que respecta a la kermes, y se están construyendo sanitarios”, remarcó.

Eva Macagno es la nieta de Guillermo Oberschelp, el ingeniero alemán que se estableció en el paraje El 26. Recordó que, en casa de los abuelos, donde ella ahora reside junto a su hermana Cristina, se celebró la primera misa, con sacerdotes que venían de Posadas casa quince días. “Justamente en la casa en la que vivo se realizaban todos los eventos religiosos, motivo por el cual mi abuelo solicitó al obispo de Corrientes la autorización para edificar la capilla” en el lugar que está emplazada actualmente.

Contó que el abuelo Guillermo llegó desde Alemania en 1923. En un primer momento pasó por Candelaria donde trabajó para Luciano Leiva y, entre tantas actividades, edificó la casa (tipo castillo) de piedra que aún se puede observar al transitar por la ruta nacional 12. “Como paga por esa mano de obra, otras tareas y por seis mil plantines de yerba mate, Leiva le otorgó cien hectáreas de tierra en esta zona. Hasta aquí llegó con su esposa Clara, con la que se había casado en segundas nupcias, tras la muerte de la primera. Clara es la protagonista de esta historia ya que por su iniciativa se creó la capilla”, manifestó Macagno.

“Mi mamá, Elsa María Oberschelp, estudió magisterio en el colegio Santa María, de Posadas. Contrajo tuberculosis y su salud se fue deteriorando. Nunca se pudo recuperar. Fue la segunda directora de la Escuela Nº 246 de El Macaco -ahora aula satélite de la Tungoil- por lo que, tras su fallecimiento, colocaron su nombre a la institución”.
En 1926 Oberschelp comenzó a construir la casa de madera y adobe sujeto por vigas de cerne que aún está en pie y es habitada por sus nietas. “Inicialmente iba a levantar un galpón, pero como le gustó la zona, terminó haciendo una casa que estuvo lista en 1928. Desde San Ignacio a esta parte se desconocía la existencia de alguna iglesia y como la esposa era muy católica, traían sacerdotes y religiosas para que desarrollaran los oficios religiosos, mientras residían en casitas dispuestas en los alrededores de la construcción central. El espacio de la casa que actualmente es utilizado como living, estaba destinado al altar para la celebración de las misas, con unas maderas donde se colgaba el cortinado que otorgaba al espacio un ambiente especial”, contó.

Añadió que, como el abuelo era protestante, no se sentía cómodo con la situación porque eran muchas las personas que se congregaban para asistir a la celebración. Fue entonces que surgió la idea de construir una capilla, por lo que solicitaron autorización al obispo de Corrientes, de quien se dependía en ese momento. Cuando la misiva llegó a destino, allá por 1928, le respondieron que el prelado había fallecido pero que, de todos modos, le autorizaban la edificación. En 1930 se inició la obra de la capilla de madera y existe una nota, cuyo papel está corroído por el tiempo, en la que se lee que 1932 se había solicitado la madera a un aserradero propiedad de Hamann. Se presume que la obra estuvo lista en 1933, y Clara falleció en 1934. Años más tarde, la madre de la empresaria Carlota Stockar, cuya familia residía en las inmediaciones, realizó las gestiones para levantar la capilla de material.

La capilla es pequeña y, al costado, se encontraba la casa parroquial también de dimensiones acotadas. Está emplazada en lo que sería el primer asentamiento de Santo Pipó.
Según Macagno, “acá estaba el centro cívico, destacamento de policía, dispensario, había un hotel de dos pisos, clubes, los colonos que venían a establecerse, primero hacían pie en ese hotel. Cada colono tenía varias viviendas en su chacra, que eran utilizadas por el personal. Esto era un lugar floreciente pero el pueblo se empezó a dispersar después que una empresa yerbatera mudara de lugar su secadero y molino, y los empleados se fueron estableciendo alrededor. Luego se cambió el supermercado “Sociedad Comercial de Santo Pipó” conocido como La Soco, cuya sede es ahora un aserradero”.

Al lado de la iglesia estaba el club social que era el lugar de reunión obligatorio. Allí se hacían los casamientos, las reuniones, a las que asistía muchísima gente. “Ahí se juntaban todas las clases sociales, los patrones con los empleados. Era chiquita, pero fui una o dos veces y lo recuerdo. Después había un almacén que se llamaba La 4 porque era la sucursal número 4 de La Soco, que tenía unas 20 sucursales. La gente decía me voy a La 4. Ahora queda solo un techito. También había un surtidor de combustible para los cuatro vehículos que había en la zona, uno de ellos, del abuelo”, relató Macagno, quien es madre de tres hijos.





