Tres años, un mes y 19 días después, tres hombres volvieron a sentarse en el banquillo de los acusados en el Tribunal Penal de Oberá. Se trata de un caso de robo y violación ocurrido el 6 de octubre de 2016 en esta ciudad. En 2018 habían sido condenados pero meses después el Superior Tribunal de Justicia ordenó que se anulara el fallo y se hiciera un nuevo juicio. Ayer declararon dos de ellos y también la víctima, una mujer que actualmente tiene 70 años. Los acusados son Jonathan Taborda (30), Rosalino De Melo (53) y Saúl Bareiro (36).
El juicio se desarrolla con un nuevo tribunal, conformado por Miguel Orlando Moreira. Graciela Ivonne Heppner y Jorge Erasmo Villalba. En el debate anterior, uno de los cuestionamientos fue que la víctima no fue citada a declarar en la audiencia y solamente tomaron en cuenta lo que contó en sede judicial apoyada en un familiar, dado que además de hablar únicamente el idioma alemán, tenía una dificultad fisiológica para expresarse.
Ayer precisamente, un certificado médico que indicaba que la señora estaba con tratamiento por Alzheimer, motivó que la fiscal pidiera que se tuviera en cuenta que no estaba en condiciones de dar testimonio. Esto generó la oposición de parte de Roberto Bondar, defensor de Bareiro, quien cuestionó que sorpresivamente hubiera aparecido ese certificado y cuestionó la legitimidad del mismo. Luego que los magistrados analizaran la situación, solicitaron que el Cuerpo Médico Forense se constituyera en el domicilio de la víctima, para constatar si estaba o no en condiciones de declarar.
Cuando se retomó la audiencia, la mujer estaba presente en la sala. Acompañada por una traductora revivió el robo y los vejámenes que sufrió de parte de los delincuentes. Su relato estuvo marcado por las lágrimas y pausas que se tomaba para reponerse y continuar.
Luego que declararan testigos nuevos que fueron citados por las partes, les concedieron la palabra a los acusados. De Melo se dijo inocente de las acusaciones, pero Taborda involucró a Bareiro y a De Melo de haber sido también los autores del robo. Específicamente señaló a De Melo como el que abusó de la señora. Asimismo, Taborda reconoció que sólo había querido ir a robar a la casa de la víctima.
Respecto a los testigos, declararon que vieron a dos personas movilizándose por la zona donde vivía la víctima, pero no los identificaron directamente. Lo que comprometería a Taborda y De Melo fue la tenencia de un horno eléctrico y otros elementos de la víctima que poseían los acusados.
Luego que ocurriera el hecho, tanto a la víctima como a los imputados les tomaron muestras biológicas para un eventual cotejo de ADN que permitiera identificar al o los autores de la violación. Esto nunca llegó a realizarse.
Hoy se aguarda la declaración de un último testigo y que por estrategia de su defensor, hable el imputado Bareiro, antes que ocurran los alegatos y se aguarde la sentencia. La defensa de Taborda está guiada por Cintia Graciela Carvallo, mientras que la de De Melo está a cargo de Matías Urial Olivera.
Primera sentencia
El 30 de agosto de 2018, los jueces Francisco Aguirre, José Rivero y Lilia Avendaño resolvieron condenar a Rosalino De Melo y a Jacobo Saúl Bareiro a la pena de 22 años de prisión como “coautores penalmente responsables de los delitos de abuso sexual con acceso carnal, en concurso ideal, con el delito de abusos sexual gravemente ultrajante, ambos agravados por haber sido cometidos por dos o más personas y con armas. Todo ello en concurso real. Con el delito de robo doblemente calificado”. En tanto, sobre Jonathan Ezequiel Taborda recayó la pena de 18 años de prisión, bajo la misma calificación.
Según el expediente judicial, en la noche del 6 de octubre de 2016, Taborda, De Melo y Bareiro ingresaron por la ventana al domicilio de la abuela de 67 años, quien se encontraba descansando en su habitación.
Buscaban plata y para que la víctima hablara, uno de ellos la golpeó mientras al menos los otros dos recorrían el inmueble. El susto que se llevó la mujer se convirtió en un calvario, ya que fue violada y ultrajada.
Los delincuentes abandonaron la casa llevándose un magro botín de 10 pesos, unos australes (la vieja moneda de circulación nacional), un horno eléctrico y una linterna.