POSADAS. El escándalo amenaza con extenderse hasta límites insospechados. Saltó a la luz el pasado 28 de noviembre con la detención de un cabo de Gendarmería Nacional, que prestaba servicios en el Escuadrón 50 de esta ciudad, vinculado con el transporte de 286 kilos de cocaína y 47 de pasta base.No fue el único en caer. Junto a él lo hicieron otros siete sospechosos de Uruguay, Paraguay y Bolivia.Incluso, resultó detenido un financista italiano, al parecer el hombre que aportó el dinero para la compra del estupefaciente.Ahora trascendió que al menos otros cuatro gendarmes están bajo la lupa de la Justicia Federal. El más comprometido, cuya detención consideran inminente, sería el propietario de un Ford Fiesta en cuya carrocería encontraron parte de la droga.Ayer trascendió la información de que el paradero de este hombre sería un misterio para sus camaradas de armas.En la misma línea se supo que hay indicios sólidos que hablan de la presunta intervención de gendarmes retirados en la organización criminal.Una fuente que pidió reserva de identidad aseguró a este diario que “si se llega a romper un eslabón de la cadena de complicidades, las consecuencias pueden ser nefastas. Hasta ahora se maneja la teoría de una conexión entre civiles y uniformados. En el caso de los primeros, estamos hablando de personas con antecedentes por narcotráfico”.El caso comenzó a ser investigado por la Dirección General al Tráfico Ilícito de Drogas, cuando uno de sus hombres infiltrado en el oscuro mundo del hampa fue contactado por un ciudadano italiano.A partir de allí comenzó una paciente investigación encubierta, que incluyó el entrecruzamiento de llamadas telefónicas.Así se supo de la conexión del financista italiano, que al parecer puso el dinero para la compra del alucinógeno, con el contacto de Misiones, que resultó ser miembro de Gendarmería Nacional.Desde ese momento se inició el monitoreo de las comunicaciones y de la droga que ingresaba desde Bolivia al Paraguay y a través de este a la Argentina, para recalar finalmente en la República Oriental del Uruguay.Así fue como la Policía uruguaya arrestó a los ocho sospechosos en las playas de Atlántida e incautó 286 kilos de cocaína y 47 de pasta base.Fuentes de la investigación se mostraron sorprendidos por la calidad con que fueron modificados los vehículos para esconder el estupefaciente en habitáculos especiales. “Eran como cajas fuertes, compartimentos blindados, hechos por especialistas para eludir a los perros antidrogas y otros controles. No obstante, iba a ser difícil pasar el escáner de Aduanas, pero curiosamente no estaba en el puente Colón-Paysandú, por donde se cree llevaron la droga hacia Uruguay”.Más allá de las especulaciones, lo cierto es que hasta la misma Gendarmería descree que la cadena de complicidades e implicancias termine con el uniformado detenido en Uruguay ni con el que podría ser arrestado en las próximas horas.En paralelo surge una pregunta ineludible: ¿quién controla a las fuerzas de seguridad?





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