POSADAS. Bernardino Ayala estuvo en el lugar y en el momento equivocado. Por esa circunstancia, como si fuera una broma macabra del destino, perdió la vida. La madrugada del 1 de agosto lo vieron salir de un cajero automático, ubicado en la esquina de Tambor de Tacuarí y Aguado, y en la creencia de que extrajo dinero, lo ultimaron a puñaladas en un intento de robo.El pensionado, de 51 años, no tenía ni para el colectivo. Luego de la agresión, caminó unos metros y se desplomó agonizante, en el bulevar de avenida Aguado.Todo indica que el único detenido en la causa lo habría ultimado de tres puntazos de navaja por una caja de cigarrillos Eigth, de diez unidades, y un encendedor.Justamente, ayer trascendió que la prueba de ADN, realizada sobre restos de sangre hallados en el cuchillo del sospechoso, confirmó la presencia del patrón genético de Ayala.Esta pericia, considerada de certeza por la Justicia, complicó la situación procesal del joven detenido. Fuentes de la pesquisa consideraron inminente el auto de procesamiento contra él.La causa está radicada en el Juzgado de Instrucción 3 de Posadas, a cargo del magistrado Fernando Luis Verón.Además de la Policía, en el caso trabaja la Secretaría de Apoyo de Investigaciones Complejas (Saic), a cargo del abogado Fernando Castelli. El homicidio de Ayala ocurrió alrededor de las 5.30 del 1 de agosto pasado.El pensionado fue emboscado a la salida del cajero por un criminal, que lo atacó a puntazos al pensar que la víctima pretendía engañarlo al decir que no tenía plata.Una cuchillada dio en la espalda y las otras dos a la altura del corazón.Interviene en la causa el juez Verón, que en las próximas horas podría decidir el futuro procesal del único detenido. SalideraJonhy estaba en una reunión de amigos, a unos 300 metros de la intersección de las avenidas Tambor de Tacuarí y Aguado.Esa noche corrió alcohol, drogas -presumiblemente cocaína- y cigarrillos. Y como toda adicción, necesita dinero para saciarla.El dinero acabó esa madrugada y Jonhy decidió salir a buscarlo, navaja en mano y ante la primera víctima que se presentara, “al voleo”, como se dice en la jerga.Llegó a la citada intersección y observó que un hombre entraba al cajero automático ubicado en el predio de una estación de servicios.Aguardó a que saliera y lo abordó. Era Bernardino Ayala, quien cayó abatido de tres puntazos. Lo único que llevaba era su carné de discapacitado.





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