Johnny Hallyday murió en la noche del martes, a los 74 años, a causa de un cáncer de pulmón, dejando de luto a todo su país.“Johnny Hallyday se ha ido. Escribo estas palabras sin creérmelo. Y sin embargo es así. Mi hombre ya no está. Nos deja esta noche como vivió a lo largo de su vida, con valentía y dignidad”, anunció en la madrugada del miércoles a la AFP su esposa, Laeticia, en un comunicado.
“Hasta el último momento, se mantuvo firme frente a esta enfermedad que lo corroía desde hacía meses, dándonos a todos unas lecciones de vida extraordinarias”, añadió.
“El corazón latía tan fuerte, en un cuerpo de rockero que vivió toda su vida, sin concesiones, por su público, por quienes le adulaban y lo amaban”.
El presidente francés, Emmanuel Macron, fue el primero en reaccionar, apenas media hora después del anuncio. “Todos tenemos dentro algo de Johnny Hallyday”, dijo el joven mandatario.
A lo largo de una vida acelerada, con sus accidentes, sus excesos divulgados por la prensa, sus matrimonios tormentosos y mediáticos (con Sylvie Vartan y Nathalie Baye, con quienes tuvo un hijo y una hija, respectivamente), sus casas en Suiza y en Estados Unidos -mientras afloraban las acusaciones de exilio fiscal-, “Johnny” se convirtió en mucho más que un artista.
Una leyenda viva para unos, un personaje molesto para otros.
“Mi vida ha sido un túnel de sufrimientos, donde no siempre me sentía en armonía conmigo mismo, viviendo el día a día, torturado por el miedo al mañana”, confió en 2014 a la revista Télérama.
Unos “sufrimientos” que olvidaba, no obstante, cuando regresaba al estudio o se subía a un escenario, para, hasta el final, “ser Johnny Hallyday”, lo que, según él, ya era de por sí “un oficio”.
Fuente: NA
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