A mi mejor profesor de violín” decía la dedicatoria grabada en el anillo que el eximio violinista Yehudi Menuhin le obsequió a su Maestro de Yoga, B.K.S. Iyengar. En una nota publicada meses atrás destacábamos la buena salud y jovialidad que este practicante excepcional había encontrado en el Yoga, en el vegetarianismo y en una apertura mental que lo llevó tanto a defender las más nobles causas como a tocar el violín junto al sitarista indio Ravi Shankar.Próximos a celebrar el Día de la Música, y sin menoscabar a los grandes músicos del mundo, hemos querido homenajear a uno de los más prodigiosos violinistas del siglo XX. Encantado por el sonido de este instrumento, comenzó a estudiarlo en 1920 a los cuatro años de edad y debutó a los siete con la Orquesta Sinfónica de San Francisco, cuando ya se le conocía como “maravilla del violín”; se presentó en París con diez años, en Nueva York con once y en Berlín con trece. En la década de 1930 asombró al público con grandes obras del repertorio violinístico, conquistando a las audiencias por su admirable talento y su profundo compromiso con los valores humanos. En 1945 participó en el concierto de inauguración de la ONU. En 1989 haría lo mismo en ocasión de la caída del muro de Berlín, mientras recibía numerosas distinciones como el Premio Nehru de la Paz. Fue designado Doctor Honoris Causa por más de treinta Universidades del mundo, entre ellas la de Córdoba; nombrado Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO y honrado con el título de Lord por la Corona Británica. Desplegó también una gran labor pedagógica por medio de la creación de fundaciones y escuelas donde se formaron renombrados músicos y luthiers, además de idear un programa de educación en valores a través de las artes.Aquejado por insomnio y dolores que le afectaban la capacidad de concentración, acudió a su osteópata un día de 1951 y en la sala de espera vio un pequeño libro sobre Yoga, lo abrió y quedó inmediatamente fascinado. Un año después, de gira por la India conoció a Iyengar y experimentó los beneficios de nuestra milenaria práctica, además de entablar una gran amistad con el Maestro y llevarlo a Europa, donde sus clases fueron apreciadas por prestigiosos músicos. Fue así como Yehudi Menuhin hizo del Yoga una parte muy importante de su vida, porque “para él, el Yoga completa la ecuación materia y energía de Einstein y la traslada al ser humano”, como dijera su Maestro. Y así también conoció el Yoga del Sonido, al que nos hemos referido en una reciente nota expresando que todo el Cosmos se compone de vibraciones sonoras llamadas Nada (sonido sutil) y su murmullo es el OM, la vibración primordial. El Nada Yoga es parte del Raja Yoga y en la práctica está precedido por el Mantra Yoga, donde la voz humana es el recurso físico vibratorio que al cantar determinados sonidos produce un efecto armonizador en la mente y el cuerpo, influye en nuestro estado espiritual y nos ayuda a alcanzar una unidad (Yoga) más profunda con la vibración del Universo, con “la música de las esferas” que mencionaba Pitágoras. Pero aún sin llegar a niveles tan elevados, en casa nos podemos conectar con las vibraciones benéficas de la buena música y también recuperar el gusto por el canto, como nos recomendaba Mataji Indra Devi, o simplemente sentir… el ronroneo del Michi…Y en la colchoneta, finalizando nuestra clase de Yoga en completa relajación y paz… percibimos un sutil sonido como de… la lira de Apolo… la flauta de Krishna… la veena de Saraswati… o… ¡el violín de Menuhin! Y al retirarnos deseamos ¡Feliz Día! a todos los músicos y docentes de música. Namasté.ColaboraAna Laborde Profesora de Yoga [email protected]. 4430623
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