Ella no esperaba rosas, ni siquiera una promesa de cristal, solamente trataba de vivir un presente que estaba cargado de soledad. Tantas veces no pidió un amor, solamente la sinceridad de una palabra, pero aquellas personas que llegaban a su lado no parecían escucharla, solamente se acercaban estas figuras que le arrebataban sus harapos de esperanzas que la cubrían por las noches y para soñar con ese amor errante.Los días pasaban tan rápidamente que ni siquiera tenía tiempo de decirles adiós a esos rostros, que en las sombras solo miraban en lo que parecían solo juegos de esperas, que se perdían en las tardes y otra vez casi sin fuerzas ella volvía a empezar.Con el tiempo se convirtió en la confidente de las mañanas de cualquiera que la hiciera reír y le brindara una simple respuesta sobre dónde está ese amor que una vez le dio la espalda y nunca más volvió.Pero ella nunca salió a buscarlo, tal vez por orgullo o quizás porque no tenía tiempo para esas cosas, o simplemente debía conformarse con insinuaciones que la ponían a prueba cada vez que tenía ganas de imaginarse -por un momento-, que aquellas citas serían algo real y verdadero. Por otra parte, en el fondo sabía la verdad, pero más vale mentirse con una fingida compañía que vivir la verdad de una soledad, que a veces la afligía.Otras noches se perdía en brazos que la estremecían y por un momento se dejaba llevar por ese camino que la devolvería a esa cama vacía donde nuevamente se encontraría con un ramo de recuerdos marchitos, con los cuales debía conformarse.Es así que esa sensual prenda, nuevamente volvía a su cajón junto a una gran cantidad de ternura y de valentía que le permitían por un momento sortear sus dudas y miedos.Ella sabía diferenciar al amor de algo efímero, pero no podía descubrir el modo que la sinceridad se haga presente en algún encuentro, para que pudiera ocurrir una entrega total entre dos personas, alguien que la abrace y la haga llegar al cielo sin palabras ni promesas, simplemente hacer realidad su deseo. A veces caminaba y a cada rostro que miraba por las calles le ponía un nombre y tal vez una historia, en un juego que mitigaba su silencioso paseo, mientras su frente juntaba el rocío del anochecer como una rosa que simplemente derrama su perfume y hermosura, sin pedir nada. Pero a veces, lo inesperado rompe la rutina y la luz de su celular mostró el nombre de aquel que en el pasado la hizo estremecer, soñar y que le enseñó que el amor se podía tocar, hasta besar. No sabía qué hacer, decir o sentir, tan solo se quedó callada mirando su nombre, sin pensar: fría, inmóvil, aferrando fuertemente sus ganas de volver a verlo. Esa noche fue la más larga, la más solitaria y la más silenciosa. Quizás en su interior sintió una victoria pírrica que la dejaba sin otra oportunidad, pero mantenía a su orgullo firme protegiéndola de algún espejismo que refleje felicidad. Pero si ella pudo sobrevivir aquel nombre en su teléfono también podrá hacerlo, es más, él siempre fue más fuerte y más realista o egoísta. Las noches pasaron y él nunca volvió a llamar, tal vez se trató de su fantasma que volvió para atormentarla y recordarle su gran ausencia.Pero ella quería verlo, sentirlo y escuchar su voz, aunque sea por un momento, un solo instante, quizás para revivir un viejo dolor o matar de una vez esa vaga idea de volver. Total no había nada que perder, si con su partida se había llevado esa ingenua ilusión que era solamente para los dos. Luego esa incertidumbre, más que valentía, se transformó en bronca y agarrando su teléfono marcó aquel número que lo tenía grabado en su mente y corazón.Después de una breve espera, alguien contestó, pero no dijo nada, solo estaba presente ese silencio que vivió tantas noches entre los ambos. Con una voz apagada aquel hombre le preguntó cómo estaba y le dijo que la vida es un constante aprendizaje y que muchas veces buscamos en la distancia eso que siempre estuvo tan cerca como una mirada. En ese momento, ella entendió que el pasado le enseñó a perdonar y el presente le dio una tregua. Ella entendió que el amor es para valientes y que tenía la estocada de un adiós para matar aquel pasado. Pero el futuro es un misterio que hay que descubrir. Es así que también el amor es un misterio, que es mejor descubrirlo con la persona amada. PorRaúl Saucedo [email protected]
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