Más allá de la fecha del 11 de septiembre que recuerda a Domingo Faustino Sarmiento, vale la pena -como familias donde exista un alumno en el sistema educativo misionero- reflexionar sobre el rol que cumple el maestro en nuestra sociedad. Ese profesional con vocación de servicio que ya no solo enseña los contenidos fijados por las autoridades educativas, sino que cumple muchas otras actividades vinculadas a áreas sensibles.El maestro (al frente del aula o como directivo) es el punto de apoyo -y muchas veces el denunciante- en casos de violencia y abusos de menores. El que cocina o sirve colaciones a miles de niños en cada rincón de la provincia para que el aprendizaje sea posible. El que tramita -sin obligación de hacerlo- asistencia psicopedagógica para alumnos que lo requieren por diferentes razones. Muchas veces es papá o mamá de niños que no los tienen y sienten en sus maestros esa figura de amor y contención.Ni hablar de los que dictan sus clases en las zonas rurales, donde viven en la semana para no dejar de dar clases. Los hay a cargo de albergues y la responsabilidad que asumen es aun mayor, por los días que conviven con los alumnos.Y más allá de la escuela, son padres, esposos, hijos y tienen que dedicar su tiempo a la familia. Con lo cual, el esfuerzo es enorme al momento de buscar un espacio para sí mismos.En un mundo cada vez más tecnológico, con avances constantes, el docente debe buscar una capacitación permanente. Con lo cual, también deben dejarle un espacio para hacerlo.Así como exige al punto de reprocharle hasta sus protestas, la sociedad debiera ayudar de cerca a estos educadores multifacéticos, comprenderlos y contenerlos, antes que agredirlos y ningunearlos. Porque son puntales de nuestros hijos, sobrinos, hermanos. Son forjadores de nuestros futuros empresarios, empleados o gobernantes.El día que los misioneros reconozcan a los educadores, éstos obtendrán un pago más justo, herramientas para sus clases, asistencia social para sus escuelas, sin necesidad de ser de un gremio u otro, de un partido político o compinche de algún funcionario. Con ser docente frente al aula, bastará y sobrará para ser considerado y respetado.
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