Lorena Sosa llegó a la capilla San Ramón -dependiente de la parroquia San Antonio- desde el barrio Independencia. En un brazo sostenía a Leonel, de cinco meses, y en el otro un importante ramo de flores que depositó a los pies de la estatua del patrono de las embarazadas. Su gesto fue de “eterno” agradecimiento porque las complicaciones que sufrió durante los primeros meses de embarazo se diluyeron tras realizar una promesa al santo. Ayer fue a agradecer y presentar a su hijo que se encuentra en perfecto estado. Y así como ella, un centenar de mujeres pasaron ayer por el templo del barrio Tacurú pidiendo la intercesión de San Ramón para que la etapa de gestación transcurra y llegue a su término de la mejor manera. Durante las sucesivas misas que se oficiaron durante la jornada, y que se alternaron con bautismos, quienes desean ser madres buscaron la bendición que impartieron los sacerdotes. Particularmente en la divina liturgia de las 17, celebrada por el sacerdote Alonso Freiberger, una veintena de embarazadas se acercaron delante del altar visiblemente emocionadas por el momento que les toca vivir y por la experiencia que implica convertirse en madres. El padre las bendijo las “panzas” y recordó que: “cada una de ustedes colabora con Dios por la nueva vida que se gesta en su vientre. Su misión es grande e importante”. Tras rociarlas con agua bendita, pidió que San Ramón “bendiga a las mujeres por el hijo que desean o esperan”.Al finalizar el ritual, cada una recibió un par de escarpines de bienvenida que son tejidos y donados para esta ocasión por personas anónimas y promeseras.Chocolatada desde hace 17 añosCarmen Amarilla ofrece un vasito de chocolatada y facturas a quien se acerca al puesto que desde hace 17 años instala al costado del templo. Lo hace en agradecimiento por su nieta que, encomendada a San Ramón, se recuperó de “un problema que tuvo” al nacer. Orgullosa contó que Diana cursa el quinto año en el Liceo Storni, y que después llegaron otros tres nietos: Alejo, Agustín y Luz, que llegó al mundo con apenas 1.300 kilogramos, pero “se encuentran sanitos y creciendo”. “Prometí que si iba todo bien, haría chocolate. Cada 31 de agosto estoy preparada para cumplir y espero seguir así por algunos años más. Nací en la zona, vi como San Ramón se fue arraigando en el barrio, participando de las kermeses, y hace 50 años que camino durante sus procesiones. Lo trajo el padre Juan Rosiak y la comisión del barrio que en aquel entonces era presidida por Atilano Cabrera”, recordó. Fotos: Miguel Colman
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