Un reciente informe de UNICEF sobre las “metas del milenio” que Argentina firmó en el año 2000 respecto a algunas de las problemáticas más graves de la salud pública en las provincias, y que no habría cumplido al cerrarse el período correspondiente, en 2015; da la pauta de lo mucho que falta por hacer en el país en materia social, en particular en la atención de los grupos más vulnerables. Según el informe, en 2000, Argentina había acordado metas para reducir la mortalidad infantil y materna, HIV y desnutrición y, quince años después, parte de esos objetivos no se cumplieron. El organismo de Naciones Unidas adjudicó los malos resultados a “la fragmentación del sistema, que impone una asignación de recursos ineficiente”. En esta observación, que subraya las diferencias a veces muy marcadas entre provincias en temáticas comunes y especialmente graves, como la mortalidad en niños y mujeres durante el embarazo y las estadísticas de muertes de adolescentes, se transparenta una deficiencia de integración, social, económica y territorial, que tiene carácter estructural. El mismo informe señala que en mortalidad materna había un compromiso de reducir la desigualdad entre provincias en un 20%, pero la meta no fue alcanzada. Existe, al contrario, “una gran oscilación a lo largo del tiempo y hay provincias que presentan valores muy por encima de la media nacional (3,7 por diez mil nacidos vivos) como La Rioja (15,9), Formosa (9,6) y Salta y Santa Cruz (8,1)”, indica UNICEF. En lo que hace al VIH, destaca que las diferencias regionales de la tasa de transmisión vertical son “tan preocupantes como el promedio mismo”. Tres regiones superan el promedio: NEA con 8,2%, NOA con 8,1% y AMBA con 5,3%. Dejando fuera las interpretaciones sesgadas por el contexto electoral, y el enfoque particular del organismo multinacional; los datos del informe son tan preocupantes como reveladores. Demuestran que la discusión del gasto social en números del Presupuesto no alcanza y es fútil ante problemáticas agudas y de largo arraigo. Aparece, con claridad, el repetido cuadro de un país de enormes recursos naturales que falla en el momento de garantizar el bien común, sin distinciones regionales, personales o de grupo.
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