Es uno de los diez mandamientos que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí, y también es una de las acciones sancionadas por el Código Penal de todos los países occidentales del mundo. Sin embargo, en la Argentina se ha reinterpretado con el sutil agregado de… “la gallina” como un símbolo descalificador, como que no tiene importancia desde el punto de vista material, pero que sí conduce a la cárcel.Esto lo hemos visto recientemente en casi todos los medios de comunicación, cuando un conocido mediático y presentador de la movida tropical, fue apresado por la Policía al intentar robar unas prendas de vestir. De más está decir que la acción no se puede soslayar y que está bien que quien delinque (en este caso robe) tenga su castigo a fin de poner orden en la sociedad, de acuerdo a lo consagrado en la Constitución Nacional.Pero ¿qué me dicen de los llamados ladrones de “guante blanco” que se pasean por la calle, sin problemas, siendo que se llevaron miles de millones de las obras públicas u otras cajas del Estado?Muchos de los pseudos empresarios y de los funcionarios, en connivencia, han dilapidado y continúan robando al erario público al que con tanto esfuerzo aportan, por ejemplo, las pymes con el 42% de sus ventas traducidas en presión impositiva y un trabajador asalariado en el sector formal que debió trabajar por lo menos 211 días solo para pagar al Estado los impuestos en 2016.Pero esos delincuentes no van presos, pues no roban gallinas sino grandes sumas, suficientes para varias generaciones de su descendencia; y para contratar afamados abogados que conocen de memoria todas las tramoyas y vericuetos legales con el fin de dilatar los procesos y mantenerlos a salvo, por si cambia el partido gobernante donde tienen a sus amigos o la situación se tranquilice con el paso de la tormenta judicial. Así, ante hechos descomunales como la tragedia del tren en Once en Buenos Aires, donde murieron 51 compatriotas y un bebé en gestación, hubo 21 funcionarios y empresarios kirchneristas que fueron condenados por un Tribunal Federal. Pero solo uno (el exsecretario de Transportes de la Nación, Ricardo Jaime) está preso y ni siquiera por esta causa. Como éste, hay otros tantos hechos de corrupción que duermen en los cajones de la impunidad. Y acá tenemos otro problema, que se intenta justificar a través de los plazos procesales. Muchos dicen “la Justicia es lenta pero llega”. La Justicia lenta no es Justicia, pues los afectados no sienten que luego de diez, quince o más años, el daño causado esté reparado ni se desalienta así la comisión de nuevos delitos similares.Gran parte de la Justicia es cómplice de este monumental desastre que nos ha llevado a la situación actual, que se da desde hace muchos años. Pero si el Poder designado para controlar y reprimir esas acciones corruptas e ilícitas hubiese hecho su trabajo, la historia sería otra. Y sin ir muy lejos, veamos a nuestro vecino Brasil que, con todos sus problemas económicos y políticos, está poniendo “la casa en orden”, luego de años donde gobernó una alianza de partidos populistas que no cometieron tantas tropelías como las ocurridas en nuestro país. Sin embargo no tienen clemencia con nadie y mandaron al mayor empresario del país preso, con una condena de 19 años. Hasta el mismo Lula Da Silva que, si queda firme la condena en su contra por corrupción pasiva, tendrá que pasar 9 años a la sombra. En gran parte, los corruptos “pagarán” sus delitos por el accionar de jueces como Sergio Moro. Según informes, hay más de 80 presos y más de 570 buscados y procesados entre políticos, funcionarios, representantes y empresarios.La corrupción que siempre termina en tragedia, y la presión fiscal -récord histórico en el país-, espantan la inversión. Y sin ella no hay generación de fuentes de trabajo, lo que provoca en los pueblos desesperación en la gente, angustia, delitos y muerte. También hace que el Estado carezca de recursos para hacer obras públicas pues, una obra que cuesta el triple de lo que debiera, impide que se hagan otras dos; y nuevamente termina en muertes, si no, vean los puentes que se caen por falta de mantenimiento, y así podemos seguir hasta el cansancio.Para tapar la corrupción es necesario continuar en el poder, con el argumento de “llevar adelante los cambios para la gente”, “por la revolución” y cuanta otra macana se fundamenta.Pero la única verdad es que quieren perpetuarse para tapar los escándalos cometidos que, finalmente, terminan profundizándose en más y más corrupción. Sino piensen en ese muchacho que en lugar de robar quería imprimir los billetes… y con el poder se quedó con la fábrica! La Justicia tiene la gran responsabilidad. Hagan cumplir la ley, castiguen ejemplarmente a los que se apartan de ella sin tener en cuenta cargos ni apellidos y verán cómo vienen las inversiones de adentro y de afuera y, en poco tiempo, bajará la pobreza y la delincuencia. Sino, no esperen milagros.
Discussion about this post