Este receso de invierno que estamos viviendo, nos permite descansar y a la vez es un tiempo privilegiado para nuestra reflexión personal. En una sociedad que nos impone un ritmo de vida lleno de ruidos y sumergidos en un gran activismo, los invito a meditar sobre el gran valor que tiene el silencio.El silencio nos ayuda a significar las palabras que pronunciamos y escucharnos a nosotros y a los demás. A menudo hablamos desde nuestras carencias y las necesidades personales. El verdadero silencio interior nos permite encontrarnos a nosotros mismos para poder enriquecer nuestra comunicación con los demás.Más de una vez, en la Biblia, contemplamos a Jesús que se aparta de la multitud para orar a solas, y así entrar en una auténtica comunión con el Padre celestial. El evangelio de San Mateo nos narra que Jesús se aparta de la multitud para estar en comunión con el Padre: “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo” (Mateo 14,23). En esta relación a solas con Dios, Jesús vive la profunda confianza con su Padre, lo que hace que aceptara la voluntad del Padre. Jesús nos enseña que acudamos a nuestro Dios en medio de tantas pruebas y adversidades que la vida nos presenta. Vivimos en una sociedad moderna que nos conducen a un activismo frenético y siempre hay algo pendiente para hacer. Y son pocas las veces que disponemos de tiempo para nosotros mismos. Más de una vez la falta de descanso nos conduce al estrés, depresión, y abre puertas para varias enfermedades psicosomáticas. En la Biblia el mismo Jesús, invita a los discípulos a apartarse de la multitud: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto para descansar un poco” (Mc 6, 31). Pero es común ver que las personas cuando tienen que descansar y hacer el silencio interior suele escudarse en que tiene mil cosas para hacer, que falta tiempo para todo, que la crisis lo supera y que el gobierno no piensa en el bien común. Sin duda que cierta verdad encontramos en todo esto. El silencio interior, nos ayuda a mirar la vida con calma lo que nos permite tomar las mejores decisiones en la vida y responder de manera adecuada a los problemas que se nos presentan. El silencio y la mirada atenta fortalece y permite desarrollar tantas potencialidades que hay en cada uno de nosotros.El descanso en la Biblia es un llamado a la escucha de la voz interior y la comunión con Dios. Es estar al lado de Jesús para escucharlo, para disfrutar de su compañía y aprender lo que Él quiere enseñarnos. Nuestro descanso y silencio en la presencia de Jesús, con una gran cuota de fe y confianza, nos llena de optimismo y esperanza. En este sentido el silencio no es una ausencia, al contrario: se trata de la manifestación de una Presencia, la presencia más intensa que existe.El silencio nos ayuda a encontrarnos con nuestro Dios en la oración. Es en el silencio, y no en el tumulto ni en el ruido, cuando Dios penetra en las profundidades más íntimas de nuestro ser. Es una oportunidad para descubrir la presencia real de Dios en nuestra vida.Nos dice el Cardenal Robert Sarah en su libro la fuerza del Silencio Interior “La verdadera revolución viene del silencio, que nos conduce hacia Dios y los demás, para colocarnos humildemente a su servicio”. “El auténtico desierto está en nuestro interior, en nuestra alma. Si lo entendemos así somos capaces de comprender que el silencio es indispensable para encontrar a Dios: El Padre aguarda a sus hijos en sus propios corazones”. Que este tiempo de receso sea una nueva oportunidad para encontrarnos con nosotros mismos y con nuestro Dios.
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