“Mi hija jamás fue maltratada en casa”, aseguró la misionera Mariela Alejandra Benítez, madre de Naiara Briones, la niña también misionera de ocho años torturada hasta la muerte en Sabiñánigo, al norte de España, cerca de la frontera con Francia.La mujer explicó que Naiara era una pequeña que vivía “feliz” con su familia, que solo sufría a causa del acoso (‘bullying’) al que, según la madre, era sometida en su colegio por grupos de compañeros.Con esa afirmación, Mariela salió ayer al paso de las acusaciones vertidas desde Chile contra ella y su actual marido por parte del padre biológico de la niña, Manuel Briones (30), quien, según afirmó Benítez, “durante siete años estuvo sin hacerse cargo de su hija, sin interesarse si tenía leche o no, porque él solo quería vivir su vida”.Es que Manuel Briones manifestó, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN, que “a pesar de que tienen al asesino de mi hija también es responsable la madre, su esposo y la madre de él, porque en ese entorno familiar mi hija era torturada, golpeada y ellos lo sabían pero no hicieron nada”. Entrevistada ayer por la Agencia Efe ante la repercusión mundial del caso, Benítez recordó que poco después del nacimiento de Naiara, Manuel Briones, al que se refiere como “el chico éste” para eludir citar su nombre, le pidió que dejara a la niña bajo el cuidado de sus padres porque él “no quería saber nada”. Mariela rechazó que le negó hablar con la niña cuando viajó a España ya que “al llegar no tenía ni Internet ni teléfono celular”, pero destacó que años después su actual esposo, Carlos, le dijo que tenía abiertas la puertas de su casa “para cuando quisiera ir a ver a Naiara”.Negó, además, que Naiara tuviera signos en su cuerpo que revelasen un maltrato continuo por parte de cualquier miembro de la familia, así como de la existencia de partes médicos que reflejasen tal situación. Pero sobre todo, Mariela, para quien se han contado “demasiadas cosas que no son ciertas”, negó que su esposo la maltratase y que ella misma, por esta razón, tuviera intención de separarse.En el momento de producirse los hechos, Mariela y su marido, así como las dos hijas tenidas antes de casarse y las otras dos nacidas posteriormente, vivían en Sabiñánigo, en estrecho contacto con su suegra, que tenía al cuidado dos nietas de una hija, y el presunto asesino.“Yo trabajaba en Bielsa de interna (en un establecimiento hotelero) y mi marido cuidaba mientras de las niñas, pero los días de descanso iba a Sabiñánigo para estar con mis hijas a pesar de estar ‘reventada’”. La mujer oriunda de Candelaria destacó que todos los días, “así fuera la una de la madrugada”, sus hijas esperaban para hablar por teléfono con ella antes de acostarse.Respecto al caso de ‘bullying’ relató que le costó “un montón” conseguir que Naiara vaya a clases, que le rogaba no ir la escuela y le relataba lo que le estaba pasando con algunos de sus compañeros, que la llamaban despectivamente “negra”, “piojosa” o “mora”, o le impedían entrar en el baño. Mariela habló con el director del centro, la jefa de estudios y el propio profesor, quien, según afirmó, “enfrentó” a la supuesta principal instigadora del acoso de su hija para tratar, infructuosamente, de aclarar lo ocurrido.Posteriormente, denunció el caso ante la Policía Nacional, que le recomendó pedir al centro la activación del protocolo establecido contra el ‘bullying’, algo que no llegó a conseguir de la dirección del colegio, afirmó.El día en que se produjo el crimen, el jueves 6 de julio, Mariela fue avisada de la gravedad de las heridas sufridas por Naiara a través de una llamada telefónica de su marido. La mujer había estado por última vez con la niña la semana anterior, y subrayó que no tenía marca alguna de haber sufrido malos tratos continuados en el tiempo.Manifestó que todavía no puede creer que es lo que pasó por la cabeza de su cuñado, el presunto asesino, para hacer lo que le hizo a la niña. “No es verdad, como se ha dicho, que le tuviera manía, porque él compraba juguetes a todas sus sobrinas y las trataba a todas por igual, con normalidad”, resaltó.Según Mariela, mantenía una relación “normal” con su cuñado y con su suegra, “una mujer trabajadora a la que se ha hecho mucho daño”, precisó. “Yo creo que hubo un momento en que mi cuñado perdió la cabeza y Naiara estaba entonces en el sitio equivocado”, dijo. El tío de Naiara, Iván (33), fue encarcelado tras someter a tortura a la niña a lo largo de varias horas, antes de solicitar la presencia de las emergencias médicas.La intención de Benítez es conseguir que se “aclare todo y que nos dejen vivir tranquilos a mí y mi esposo”, que había iniciado tiempo atrás gestiones para dar su apellido a Naiara, ya que la niña deseaba tener los mismos derechos que sus hermanas.Desde que ocurrió el crimen Mariela se encuentra en situación de baja médica. Su empresa, a través de una compañera, le comunicó el mismo día de los hechos que recogiera sus cosas y no volviera a trabajar, situación confirmada al serle comunicada ayer su baja de la Seguridad Social. Su representante legal guarda los “Whatsapps” amenazantes que le envió su expareja tras la muerte de la niña, y advierte que presentará una denuncia contra el hombre si viaja a España, tal como dijo que haría ayer a PRIMERA?EDICIÓN.
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