(Entrevista publicada por PRIMERA EDICIÓN el 11 de julio de 2007)Pedro Arrojo Agudo es doctor en Ciencias Físicas, profesor en el Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza y desde hace quince años centra su investigación en la Economía del Agua. Fue el primer español que recibió el premio Goldman de Medio ambiente 2003, considerado el Nobel de ecología, por encabezar la campaña para poner fin a la fracasada política de gestión hidrológica española basada en la construcción de presas y el trasvase de aguas.En una extensa entrevista concedida a María Inés Aiuto, de la cadena Radio Nederland, el especialista fustigó la construcción de más represas en territorio misionero y señaló que no son rentables para un país, y sí para los lobbies.“Las grandes represas, que eran rentables en la primera mitad del siglo XX, a finales del siglo ya no lo fueron y en el siglo XXI se consideran una perfecta estupidez económica, que puede ser interesante para los lobbies, sin duda, pero no para un país”, señaló.¿Cuáles son los intereses en torno a la construcción de grandes represas y/o trasvases?Es dinero público para el negocio privado y eso es rentable para el negocio privado y ruinoso para la deuda pública del país. La represa de Yacyreta, por ejemplo, no es rentable si se hace el balance de lo que costó y si tuviéramos en cuenta económicamente el impacto social y ambiental que está generando. Yacyretá resultó una ruina económica para la Argentina y para el Paraguay, sin embargo ese costo lo paga la deuda pública, lo pagan todos los argentinos y los paraguayos. Y los beneficios los obtiene la empresa que turbina la electricidad o que usa esas aguas, entonces ahí está la clave de por qué siendo económicamente irracional, sigue habiendo inversiones públicas en nombre del interés general, que en realidad es el interés de los poderosos.¿Cuáles son las variables a tener en cuenta antes de aprobar la construcción de una represa?Hay que pensar en los impactos que puedan generar en la comunidad. En nombre de ser más ricos no tenemos derecho a contaminar un río, a destruir un ecosistema ni a poner en peligro los derechos humanos o ciudadanos.En Estados Unidos se ha determinado oficialmente que las grandes represas, que eran rentables en la primera mitad del siglo XX, a finales del siglo ya no fueron rentables y en el siglo XXI se consideran una perfecta estupidez económica, que puede ser interesante para los lobbies, sin duda, pero no para un país.¿Cómo se sostiene esta conciencia en países de América Latina?En América Latina esa conciencia está en crecimiento, hay una rebeliónde nuevo cuño, democrática, no violenta, pero tremendamentepoderosa en sus argumentos, en sus capacidades de transformación.Estuve con los afectados de Yacyretá (que en esa época protestaban en Buenos Aires, hacinados en un galpón de Chacarita) y se me cayeron las lágrimas de rabia, de impotencia. Entonces hay para estar muy preocupados, incluso muy enfadados, pero también es para ser esperanzados.¿Cuáles son las alternativas a la construcción de represas?En Europa y en Estados Unidos se plantea la eficiencia del uso de la energía. En California se introdujo en parte energía eólica; en España, por ley, las nuevas casas que se construyan deben tener tejado solar para recoger energía; en Suecia los tejados recogen aguas pluviales.Son mecanismos de ahorro o ancestrales con nuevos enfoques tecnológicos. La biomasa también está en crecimiento y crecerá mucho más, ya que tiene un carácter de renovabilidad interesante.Ese es el futuro, pero mientras llegamos a ese nuevo modelo que implica cambios culturales profundos y que está llevando a que Europa y Estados Unidos abandonen las viejas tecnologías del hormigón o de la energía nuclear, hay que empezar por sustituirlas por energías más blandas y renovales. Esa especie de chantaje de que si no hacemos la gran represa colapsamos la economía no está justificado con razones, sino con demagogia.
Discussion about this post