La presentación de dos proyectos de ley en la última sesión de la Legislatura provincial dejó al descubierto la continuidad de niveles de exclusión social que parecieran haberse naturalizado, despojando a numerosas familias de recursos esenciales y derechos que el Estado está obligado a garantizar en base a garantías de la Constitución nacional. Ambas presentaciones, de partidos de oposición, reflejaron esta temática reiterada y de carácter estructural en la provincia, que se resume en el pasaje de una mal entendida tolerancia o resignación a la inacción frente a la pobreza y las causas y/o síntomas correspondientes. Una de las iniciativas reiteró una preocupación de las localidades del Norte por la deficiente prestación de Emsa. El mal manejo de los recursos por una crónica ineficiencia, con el agregado de la política de ajuste nacional que se desentiende de las particularidades de las provincias, ya no asombra en una empresa altamente deficitaria, subsidiada por el Gobierno provincial. El reclamo que se repite en Bernardo de Irigoyen como en Dos Hermanas es más que un problema de ineficiencia. Los constantes cortes del suministro, que pueden llegar a las 24 horas, y los “dibujos” con cifras impagables en las boletas, afectan la vida de las familias y el trabajo de las industrias en una zona que pelea con las dificultades propias de la distancia respecto a los centros de decisión política. El abandono inexplicable que resalta en este caso, y afecta a numerosas localidades, se repite en el otro caso planteado en la Cámara: el del barrio San Antonio de Jardín América. Aquí el abandono que sufren 90 familias de condición humilde, expresado en la carencia absoluta, prácticamente, de servicios esenciales como agua, luz, y hasta calles interiores, resulta alarmante. Sobre todo al saber que no se trata de un asentamiento de nueva data, sino de familias que llevan décadas en esas inhumanas condiciones. Más allá de un trámite legislativo que requiera información, los vecinos necesitan soluciones que hasta ahora solo se tradujeron en promesas increíbles. Por ello los misioneros volverán a las rutas para intentar ser definitivamente escuchados.
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