Alrededor de las 22, la pelota "Tatá" comenzó a rodar con una convocatoria que congregó a grandes y adolescentes en un juego que, en su mayor punto de euforia, se trasladó al arenero, donde "Judas" aguardaba sobre la hoguera.Sólo el toro candil fue capaz de robarse la atención del muñeco que explotaba a medida que se iba consumiendo por el fuego, que llevó a los presentes a correr durante largos minutos en busca de refugio.Y entonces llegó el momento más ansiado, el cruce de brasas, donde la juventud mostró su valentía.
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