Señora Directora: La crisis brasileña es peligrosa para nuestro país que pronto podría sufrir el impacto en una economía que se resiste a crecer y aumenta el endeudamiento. Además de que ya nos alcanzan los coletazos de un régimen de corrupción política que sólo me hace recordar a la de la Italia de los 60/70 y que a ese país aún le cuesta modificarlo. Aunque allí hubo un factor positivo que no aparece en el vecino país: una economía en crecimiento que evitó que la debacle política arrastrase a su pueblo a la miseria y el atraso. Su impacto se sigue sintiendo hoy, agravada por la crisis neoliberal europea que jaquea a diversos gobiernos de ese continente.Brasil es el principal aliado argentino, al punto que el gobierno de Buenos Aires fue el del primer país que reconoció al surgido del torcido proceso que “derrocó” a la presidenta constitucional Dilma Rouseff y la reemplazó por Temer, generando una relación muy cercana y fluida entre la Casa Rosada y el palacio de Planalto. Quizás, más intensa de la que existió entre el gobierno del PT y el kirchnerismo, hasta hace pocos años.Esa afinidad –”carnal”, definiría el fallecido canciller Guido Di Tella– es muy preocupante en esta época de crisis económica que afecta de manera similar a ambos países, tras la reimposición del neoliberalismo en la política de gobierno, aquí y allá. La interdependencia y la apertura comercial de los últimos tiempos en Argentina generan ese temor de que pudieran repetirse crisis como las de los 90, cuando las Bolsas de otros países “estornudaban” y el “resfriado” se sentía aquí. Es lamentable el nivel de retroceso al que se está llegando en la región.
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