El enamoramiento provoca en nosotros una gran excitación fisiológica, que nos genera un estado de bienestar y euforia. Nos predispone a no ver los defectos de la persona amada, la idealizamos, todo en ella nos gusta, y queremos pasar todo el tiempo posible juntos sin importar qué hagamos. Pero después de un tiempo esto comienza a cambiar. Los ronquidos ya no son la música melódica que nos parecía y se vuelven insoportables, el enorme placer de ver los partidos los domingos juntos, ahora son la causa de permanecer encerrados los fines de semana, y el querer estar todo el tiempo con el otro comienza a asfixiarnos. ¿Qué nos pasa?¿Se terminó el amor?Muy por el contrario, recién ahora comienza a surgir el amor.El enamoramiento es una emoción y como tal no es estable en el tiempo. Con el paso de los meses va perdiendo su magia y esas cosas que tanto nos gustaban ya no nos parecen tan simpáticas. Puede suceder en este momento que termine la relación porque la otra persona no es el “príncipe azul” (o princesa) que creímos o puede suceder que la euforia del comienzo de lugar a un estado de plenitud y comodidad. La pareja se convierte en ese lugar donde podemos ser nosotros mismos y expresarnos sin tapujos. Comenzamos a hacer planes juntos y sabemos que es ese espacio al que siempre podemos recurrir produciéndonos un sentimiento de paz y seguridad. Se genera un sentimiento de calidez y apoyo que nos lleva a continuar en el mismo camino.Si entendemos el enamoramiento como la emoción que da origen a un sentimiento mucho más perdurable que es el amor, y actuamos de acuerdo a éste buscando la felicidad del otro en cada momento. Aceptando sus defectos y admirando sus virtudes. Respetando los compromiso establecidos con el otro y valorando esa vida que tenemos juntos, lograremos que la relación se mantenga armoniosamente de forma indefinida sorteando los obstáculos que puedan aparecer en el camino.ColaboraRita FilichLic. En psicologí[email protected]
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