(Nota completa publicada por PRIMERA EDICIÓN el 26 de abril de 2007)Dos jovencitas casi mueren desangradas días atrás después de protagonizar un ritual de sangre y velas en un montecito cerca del barrio 30 Viviendas de Garupá.Las chicas terminaron en el hospital de Fátima, donde les suturaron las heridas que se hicieron mutuamente en las muñecas, y si bien una recibió seis puntos y otra nueve, no llegaron a cortar ninguna vena y por eso se salvaron.Todo ocurrió en los primeros minutos del martes, apenas pasada algo más de una hora después de la medianoche. Según el propio relato de las chicas, habían estado tomando cerveza con otras tres amigas, pero estas últimas se habían ido a sus casas cuando ellas decidieron “entregarse” al diablo o a San la Muerte, “daba igual”.Ninguna de las dos tenía idea de lo que pensaban hacer: las copas de más las animaron a un juego peligroso.“Cuando las chicas se fueron, decidimos ir al campito a entregar nuestra sangre al diablo o a San La Muerte, pero no pensamos en cortarnos las venas ni nada”, contaron ellas.Antes de ir al “campito” pasaron por la casa de una de ellas a buscar un cuchillo y una vela. Cuando llegaron al lugar indicado, encendieron la vela y con un cuchillo de mango de madera, con poco filo, una cortó a la otra, entregándose sus muñecas derecha e izquierda.La sangre comenzó a brotar de sus jóvenes manos junto con el alcohol que hizo burbujear sus mentes.Se sintieron mal, tuvieron miedo y salieron a la ruta para que alguien las llevase al hospital. Lo lograron y la doctora de turno las atendió, salvándoles la vida.Más que un sustoSon jóvenes, estaban solas, cada quien engañó a sus progenitores adultos, pero nunca se imaginaron que el ritual que improvisaron las llevaría a estar en los medios de comunicación.Desde el centro de salud, se comunicaron con la Comisaría de Garupá, en el centro de la ciudad, pues “alguien” mayor debía retirarlas.Así fue que la Policía intervino, las contuvo y se comunicó con los familiares de las chicas. Una de ellas estaba prácticamente sola y fue la madre de la otra jovencita quien las retiró, haciéndose cargo de ambas, que pertenecen a familias humildes de Garupá.Ayer, ambas portaban en sus muñecas una ancha pulsera blanca de hilo y mucha vergüenza. Les quedó la marca de un juego que al principio se dijo satánico, pero resultó un sinsentido, producto del excesivo consumo de alcohol. O quizás también se deba a ese tipo de juegos peligrosos que realizan los adolescentes para llamar la atención de sus adultos.Lamentablemente, la Policía no puede hacer nada más que lo que hizo: entregarlas a los responsables, aunque resulta evidente que las jovencitas necesitan algún tipo de ayuda profesional.
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